El nacimiento y evolución de la agricultura a través de la historia ha ido de la mano con la tecnología. El rubro agrícola ha transitado por una serie de revoluciones permitiéndole llegar a resultados inesperados, principalmente asociados a mejoras de la eficiencia en el uso de los recursos como agua y fertilizantes, así como a la obtención de mayores ingresos.
Actualmente, la agricultura mundial enfrenta los primeros efectos del cambio climático, y -en particular- la zona central de nuestro país se encuentra bajo una mega sequía que ha complicado transversalmente a todos los agricultores que trabajan arduamente en la Región de O’Higgins. En este sentido, el uso aplicado de tecnología se presenta nuevamente como un catalizador para mejoras sustanciales en la producción agroalimentaria.
En los últimos años, se ha acuñado el concepto de Agricultura 3.0, relacionado a la agricultura de precisión, es decir, corresponde a la aplicación de robótica y la automatización de las labores agrícolas. Es decir, el uso de maquinaria agrícola capaz de realizar labores tales como siembra, pulverización y cosecha. Sin embargo, hoy en día ya estamos ante la llegada y expansión de la Agricultura 4.0. De acuerdo a la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), ésta involucra una mirada integral del proceso agrícola, con una gestión más eficiente de los recursos, contribuyendo a mejorar la calidad, reducir costos, proteger el medio ambiente, a través del uso de las tecnologías que permiten predecir escenarios y establecer prácticas oportunas y eficaces. De este modo, la Agricultura 4.0 aborda la inteligencia artificial (IA), agricultura de precisión, big data, data analytics, sensores IoT (Internet de las cosas) y robótica, entre otras.
Por otro lado, considerando que hoy en día existe una creciente oferta de productos y/o servicios anidados en la Agricultura 4.0, es importante hacer hincapié en el proceso de transformación digital. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) ha planteado que la digitalización del sistema agroalimentario presenta el riesgo de que los posibles beneficios se distribuyan de forma desigual entre las zonas rurales y urbanas y en las poblaciones según el género, la edad y las aptitudes digitales. En este sentido, es necesario reducir las posibles brechas digitales existentes, con el fin de que todas las personas se beneficien de la nueva sociedad digital.
En definitiva, si bien es cierto que el cofinanciamiento por parte del Estado es fundamental para que la adopción de tecnologías digitales sea transversal, también es urgente dirigir iniciativas hacia la transferencia tecnológica a pequeños y medianos agricultores. Así, cuando opten a beneficios que les permitan sumarse a la agricultura digital, puedan sacar el máximo provecho a estas herramientas y no se pierdan en el camino, debido a que han caído en la brecha digital.
De este modo, desafíos como minimizar esta brecha para lograr una adecuada transformación tecnológica en la agricultura son abordados por el Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientas (ICA3) de la Universidad de O’Higgins. Esto se realiza mediante la aplicación de modelos y de percepción remota para la optimización de los recursos en escenarios de cambio climático, y bajo las condiciones de la agricultura regional.
Dr. Camilo Riveros
Investigador Postdoctoral, Instituto de
Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales – ICA3
Universidad de O’Higgins