Hace un par de meses había analistas que señalaban que la elección presidencial de este ciclo sería casi intrascendente, que toda la fuerza estaba en la Convención Constitucional y que el nuevo presidencial sería un simple administrador de transición.
Pero lo estrecho de los números y lo disimiles de las propuestas de los candidatos han hecho que muchos hablen de la “más trascendental elección de los últimos tiempos”.
Sin embargo, al parecer ninguna de las dos posiciones parece ser la correcta, y al igual que los programas de los candidatos parece que la lectura más acertada será una algo más moderada.
El que gane Boric no significa de manera alguna la llegada del comunismo, ni que nos convertiremos en Chilezuela, ni la eventual victoria de Kast significará una dictadura al estilo de Pinochet. Ambas son caricaturas que las dos candidaturas han tratado de imponer sobre la otra al mismo tiempo que se quejan de una “campaña sucia”. Pero aquí hay un punto, esta campaña ha sido bastante más de buscar mostrar o exacerbar lo negativo del contrario que en resaltar las virtudes de las propias propuestas. Así el llamado muchas veces parece ser más a votar por el “mal menor” que en el elegir un camino de progreso para Chile.
Ese es el problema de hacer política en 140 caracteres, donde cualquiera que piensa distinto es inmediatamente cancelado, sin escuchar argumentos de una u otra parte.
Pero pese a lo estrecha de la votación y lo supuestamente trascendente de la misma para el ballotage, distintas encuestas arrojan proyecciones en un rango entre 45% y 58% de abstención. Más que lamentar esta alta cifra, más productivo sería preguntarse del porque de la misma. Respuesta que no tenemos en este momento pero que seguramente tendrá varios de estos componentes, desde un temor al contagio y hastío de las filas, de no considerar que la propia vida cambiará si gana uno u otro, o también un gesto de protesta ante un sistema político que no me representa.
Revertir esta tendencia es el gran desafío que tienen ambos candidatos, convocar a quienes llevan años desencantados con la política. Y es que hoy, más que nunca, el respaldo ciudadano será fundamental dado nuestro contexto, con una pandemia en curso, la redacción de la nueva constitución y la elección más polarizada que hayamos visto desde el retorno a la democracia. Se requerirá de toda la legitimidad que la ciudadanía pueda entregar. Pero sin olvidar que el ganador será legítimamente el nuevo presidente, pero habrá ganado con un margen estrecho de votos por lo que para ser verdaderamente “el presidente de todos los chilenos” no podrá olvidar a los miles que no votaron por él.
Chile hoy tiene el desafío de superar una crisis social y política, pero para ello existen distintos modelos, pero que ninguno podrá imponerse sobre el otro. Sea quien sea el ganador no tendrá otra forma de generar los cambios necesarios que el dialogo, lograr grandes acuerdos que sean capaces de mantenerse en el tiempo. No estamos en tiempo de retroexcavadoras, sino de constructores.
Luis Fernando González V.
Sub Director