Por: Patricio Miranda / Imágenes: Cristopher Mella
Un valle diverso y con la riqueza no solo de sus tierras, clima y geografía, sino también la de su gente es la que ha potenciado a la provincia de Cachapoal como un destino atractivo con identidad propia, donde el centro no está solo en consumir productos, sino en vivir experiencias.
Así, emprendedores locales han trabajado una puesta en valor para crear experiencias para los turistas, en rubros tan diferentes como la cosecha de frutas y verduras a ponerse el traje y visitar colmenas de abejas. Esto y más, hacen de Cachapoal un destino enogastronómico que hay que visitar.
Del huerto a la mesa
En un amplio huerto en el sector de La Gonzalina, en Rancagua, Jessica Moreno siembra y cosecha frutas, verduras y planta flores.
Desde hierbas aromáticas como la albahaca a tubérculos como las papas o frutas como el melón, la sandía y el tomate, además de verduras que van desde el zapallo italiano a la lechuga y la acelga, todo lo que Moreno siembra junto a su familia está libre de pesticidas.
“Le damos otro sentido a la agricultura, porque aquí las personas pueden venir a cosechar los productos”, afirma Jessica. “El nuevo proyecto que tenemos es que la gente pueda preparar lo que ha sacado de la huerta, incluso pueden traer un chef para que les cocine”, añade.
Y es que a un costado de las plantaciones, Moreno y su familia construyeron un quincho equipado y baños para hacer más cómoda la instancia.
Quienes deseen vivir la experiencia, deben agendarse previamente al Whatsapp +56999066039 y pueden revisar las novedades en la cuenta de Instagram del mercadito.
Para partir el día con energía
El desayuno es la comida más importante del día según los nutricionistas y en el Mercado Modelo de Rancagua lo tienen claro. Porque a primera hora, antes que se abran las puertas al público, quienes trabajan allí deben dedicarse a las labores de carga y descarga de los productos que ofrecen.
Carolina Vera, dirige la histórica Pensión Central y es la tercera generación de la familia que inició el negocio, en un histórico local que mantiene el tradicional desayuno para aquellos que requieren energía para comenzar el día: caldo de pata acompañado de una “pituca”.
El caldo se prepara durante horas, se aliña y se sirve junto a un vaso pequeño de vino Macaya, un clásico de la zona. En el local, incluso, recomiendan verter el vino dentro de la sopa.
“Puro colágeno”, dicen en el local, que llena de vigor a la fiel clientela de la Pensión Central, que debe su nombre a su antigua ubicación: el centro de Rancagua, cuando el Mercado Modelo funcionaba en la Plaza de Los Héroes.
La ruta del maní
A nivel regional, los cultivos de cerezos, uva de mesa y ciruelos lideran cómodamente las estadísticas como los que tienen más superficie cultivada en O’Higgins.
Pero a raíz de un constante, esforzado y silencioso trabajo, la empresa familiar liderada por Gastón Maturana se ha consolidado con un producto que al que además de cuidado, le entregan todo el cariño: el maní.
La Tostaduría y Confitería Corcolén, en la comuna de Malloa, lleva más de 30 años rescatando el cultivo del maní chileno, desde su siembra al tostado y confitado. Son 3,2 hectáreas que hoy trabaja la familia en el sector y otras 5 en las que se aventuraron a sembrar en Pelarco.
“Nos hemos rompido el lomo para tener una calidad de semilla espectacular, con una particularidad que tiene una muy linda presencia, con un grano espectacular”, afirma Gastón Maturana, quien releva además la calidad del producto nacional. “En Chile, el 97% del maní que se consume llega del extranjero y solo un 3%, quizás hasta menos, es de acá”, añade.
De ahí el valor agregado del maní de Corcolén, en el que toda la familia aporta en distintas áreas: desde tomar el arado a las relaciones públicas o la optimización de procesos.
La experiencia en la tostaduría va desde caminar por los predios y conocer el proceso de siembra y cosecha, hasta visitar el lugar donde se procesa el fruto y envasa para su posterior distribución. También se puede comprar allí directamente el maní recién envasado.
Pueden conocer más en la web de la Tostaduría Corcolén o en su cuenta de Instagram (@tostaduriacorcolen).
Un oasis de productos locales
En 2019, en el centro de Rancagua, nació El Abasto, restaurante que ha revalorizado los productos de emprendedores locales y que ha significado también una vitrina para muchos de ellos.
Y es que además del menú de almuerzo que diariamente ofrecen, y que siempre incluye una alternativa donde el protagonista es el cordero del secano costero de O’Higgins, se han posicionado además como un mercadito para los productores locales.
Huevos de campo de la zona, queso de cabra de Marchigüe, arrollado de huaso, el maní de Corcolén, cebollas y ajos ahumados, chacolí de Doñihue o sal de Cáhuil, son solo algunas de las sorpresas que guarda este verdadero oasis de productos locales en medio de la capital regional.
Y es que sus dueños también han sido los articuladores de “La ruta de los Abastos”, recorrido que inspira cada uno de los platos que los comensales disfrutan en el local de calle Gamero y que se ha convertido en uno de los imperdibles a la hora de almuerzo.
Visitando la colmena de Moni Mony
Como la reina de la colmena. Así llaman a Mónica Rodríguez, quien desde 2003 comenzó el proyecto de apicultura que hoy la tiene a la cabeza de La Casa de la Miel, en San Luis de Almahue en la comuna de Pichidegua.
En un mismo lugar confluyen los colmenares, la sala de ventas y un espacio que adaptó para recibir a los visitantes y educarlos no solo sobre la producción de miel, sino también en la importancia que tienen las abejas para el ecosistema y cómo protegerlas es tarea de todos.
Pero los colmenares Moni Mony no solo se puede ir a comprar miel, propóleo y otros productos derivados, sino que también se puede vivir la experiencia de colocarse el traje protector y visitar las colmenas. Todo cuidadosamente preparado y guiado por la misma Mónica.
Miel de distintas floraciones, saborizadas, con mostaza, licor de miel e incluso productos de belleza hechos en base al dorado elixir, todos y cada uno de ellos son comercializados en La Casa de la Miel, donde cuidan cada detalle no solo para entregar bienes y servicios de calidad, sino también para asegurar la buena calidad de vida de las productoras por excelencia: las abejas.
Chacolí que trasciende generaciones
Un producto estrella y que da identidad a la comuna de Doñihue es el chacolí. En la comuna se celebran fiestas donde este vino es el protagonista y los productores locales los principales invitados.
Uno de ellos, es el chacolí Don Filomeno, cuyo nombre es en honor a Filomeno Aguilar, quien comenzó con esta tradición en el sector de Rinconada de Doñihue. Hoy, su nieto Manuel junto a su esposa Cristina Salas se encargan de mantener la tradición.
“El chacolí para nosotros es todo. Estoy muy orgullosa de lo que hago, me encanta hacerlo”, dice Cristina. “En la bodega es como si estuviéramos con el abuelo, somos la tercera generación. Es un orgullo para nosotros con mi esposo, estar ahí refregar la uva juntos, hacer el chacolí… ¡Ayuda al matrimonio también!”, señala con picardía.
En las bodegas hay chacolí tinto y blanco, de cepas país y moscatel, pero también ofrecen una variedad rosé, que mezcla ambos productos.
Los parrones están a un costado de la bodega donde ocurre la magia de la producción del vino y contiguo está un vivero, donde Cristina planta algunas flores, que también comercializa.
Perfecto para una tarde de calor, es disfrutar una copa de chacolí bien frío, admirando las parras de Don Filomeno.
Una infinidad de platos y maridajes desde el valle de Cachapoal
Distintos chefs locales se dieron cita y aceptaron el desafío de cocinar platos con identidad local, donde la base de las preparaciones tuviera como protagonistas los ingredientes locales.
De la misma manera, sommeliers y viñateros de la zona complementaron cada menú con vinos y espumantes que acompañaron las comidas, en una instancia organizada por Enoturismo Chile y la Subsecretaría de Turismo.
Matías Garay, de Ilegal Food; Germán Reckmann de Entre Álamos y Cachapoal; Rodrigo Díaz y Rubén Clemente, del Hotel Mar Andino; y Jaime Jiménez de Mendoza, de Chivo con Bogite, estuvieron a cargo de los platos y las viñas Butrón Budinich; La Ronciere; Puntí Ferrer; Chateau Los Boldos; Casa Acosta; San José de Apalta; Valle Secreto; La Torina; MiLuna; y el espumante Frau Marion, complementaron la experiencia.