El pasado 30 de enero del 2021 se dio un extraño frente climático con lluvia y granizos en el sector precordillerano de la cordillera de la costa lo que provocó aluviones que afectaron a las comunas de Malloa, San Vicente de Tagua Tagua y Coinco. En Malloa, se contabilizaron cerca de 200 heridos y 73 casas afectadas, dos de ellas destruidas totalmente.
Debido a lo extraño del fenómeno es que el alcalde de ese entonces, Arturo Campos, en colaboración con ONEMI solicitó una investigación para establecer las zonas susceptibles a sufrir este tipo de fenómenos entre Corcolén y Caracoles (Malloa), así como sus condicionantes y desencadenantes. Además, se investigaron impactos materiales e inmateriales sobre las comunidades afectadas y las posibles obras de mitigación necesarias. El estudio fue liderado por el geólogo Jorge Romero, con el apoyo de la antropóloga Francisca Vergara y la ingeniera hidráulica Adriana Troncoso.
Actualmente el estudio denominado “Factores desencadenantes, comportamiento e impacto social de los flujos de granizo de enero de 2021 en la Central valle de chile” fueron publicados recientemente en la revista Landslides, del prestigioso grupo Nature (con sede en Alemania). Además de los datos recabados en la consultoría, se realizaron sobrevuelos de dron y modelos matemáticos del evento, por parte de los miembros del Advanced Mining and Technology Center de la Universidad de Chile (AMTC): Germán Aguilar, Alex Garcés y Santiago Montserrat.
Conversamos con Jorge y Francisca sobre los propósitos del estudio y la importancia para Chile, la región y el mundo de generar investigaciones como este producto de las variaciones generadas por el cambio climático.
¿Qué tan frecuente son estos fenómenos climáticos en la zona de la cordillera de la costa de la región de O´Higgins?
Jorge Romero: La verdad que nosotros revisamos antecedentes históricos y no encontramos registros al menos en los últimos 80 años de que esto haya ocurrido de la misma forma en el pasado, si hay registros que hayan ocurrido aluviones menores o flujo de barro en las quebradas, pero nada similar a lo que ocurrió este año pasado.

¿Cuáles fueron las principales casusas para que los aluviones causaran tanta destrucción?
Jorge Romero: En cuento a las causas que dieron lugar a este fenómeno, tenemos unos factores condicionales que son las características principales del suelo y de la montaña, en donde ocurrió la lluvia, dice relación con suelo poco permeable que acumulo mucha agua en poco tiempo, y además está bastante deforestado por el tránsito de animales en el lugar, por lo tanto se va perdiendo la cobertura vegetal, y bajo ese suelo también hay rocas que están muy fracturas y están disponibles para generar un aluvión. Por lo tanto, todas estas características sumadas a la alta pendiente de las montañas, condicionaron este fenómeno.
Por otro lado, fue una lluvia que duro dos o tres días, que acumulo agua en el suelo y después viene una caída de granizo que generó un impacto más fuerte, el granizo a diferencia de la lluvia, impacta entre 58 y 250 con más energía que el agua, por lo que genera una ruptura en el suelo. Esto sumado a la las condiciones sociales del lugar se generó la catástrofe
¿Qué tan posible que se genere nuevamente esta emergencia?
Jorge Romero: Quizás no en el mismo sector, porque ya se movilizó parte del material inestable de las laderas, entonces ya no hay material disponible para un nuevo aluvión, sin embargo, en otro sector aledaño donde no se registró la caída de granizos si está sujeto al mismo proceso. Por lo tanto, podría volver a suceder en otro lugar y especialmente en quebradas donde no se ha limpiado y no a escurrido agua por décadas.
Una de las características del estudio es su multidisciplinariedad ¿sobre las variables culturales y sociales del lugar, que tanto afectan para que se produzca este fenómeno?
Francisca Vergara: Los impactos actuales hay que situarlos en los contextos históricos del continuo habitar en estos territorios, a partir de la memoria y fuentes documentales nos pudimos dar cuenta que todos los sectores afectados han sido habitados del siglo XVII, hay una costumbre de habitar estos lugares asociados a la ruralidad, en una llanura no hay mucha población ya que se ocupa de una manera agrícola, para el trabajo. Nos dimos cuenta que la gente habita las zonas más peligrosas porque las más seguras la habita como medio de producción entonces, debemos señalar que ellos tienen integrados el riesgo en la vida.
¿Qué se puede hacer para generar más condiciones de seguridad en las personas que viven en estos lugares?
Francisca Vergara: Partimos de la base que no se puede ser crítico del lugar y cómo como es la vida de las comunidades, ya que llevan cientos de años habitando estos sectores y tienen una cultura enraizada, donde no se había evidenciado este tipo de procesos con gran frecuencia.
En cambio, hoy debido al cambio climático, talvez se repitan con mayor frecuencia, por lo que se deben abordar procesos de generación de una cultura de riesgos, para afrontar de mejor forma las emergencias. Estamos hablando de un proceso peligroso geológicamente hablando, y si le sumamos las condiciones de vida de los seres humanos en estas quebradas se vuelve peligroso, por ello hay que educar para que las mismas personas que habitan el lugar logren conocer las situaciones de peligro. Estas medidas implican una gran participación de las comunidades, pero eso es un proceso a largo plazo, donde hay que invertir con capacitaciones e informaciones y así preparar a las comunidades para que sean ellas mismas las que reconozcan cuando existe peligro o cuando las quebrazas están, por ejemplo, sucias. Debemos trabajar para tener seguridad, porque estos fenómenos podrían ser más frecuentes por el cambio climático.
¿Cuáles son las principales obras de mitigación que se deben llevar a cabo para evitar estos desastres en el futuro?
Jorge Romero: Pese a que los planes reguladores existen desde el 2010, e indican que es una zona crítica por aluviones, no sólo se requiere un diagnóstico desde la autoridad; también es necesario tomar acciones para reducir el riesgo de desastres y las fuentes de vulnerabilidad (como obras de mitigación, sistemas de alerta e instalación de capacidades comunitarias). Por lo demás, parece obvio que hay que limitar la futura habitación de los lugares más susceptibles. Como sociedad, debemos comenzar a pensar en nuestras formas de habitar. Entre las principales obras se encuentran la construcción de muros de contención y mallas dinámicas que se puedan deformar cuando caigan las rocas evitando que lleguen a las zonas pobladas, también la creación de canales que encausen y saquen de las zonas habitadas lo flujos de agua y barro. Además de la construcción en algunos casos de piscinas decantadoras que contengan este material botado por la quebrada.
Indicaciones socioculturales del estudio
Muchas personas perdieron sus viviendas, sus ahorros y el trabajo de toda una temporada. Esto incluye animales, cosecha e insumos, problemas de habitabilidad y conectividad. Junto con la descripción de las causas y efectos materiales del aluvión, los investigadores detallaron también cómo las comunidades fueron afectadas por este fenómeno. El estudio develó una serie de impactos inmateriales del desastre, incluyendo impactos psicosociales y diferencias de género en cuanto al comportamiento: si bien todos los habitantes sufrieron un fuerte impacto psicológico, los hombres se concentraron en resguardar principalmente sus medios materiales (vivienda, enseres), mientras que las mujeres ejercieron el rol de proteger a los familiares, especialmente niños(as). De acuerdo con la antropóloga Francisca Vergara, ambas experiencias (de mujeres y hombres) ante la emergencia y la recuperación producen diferentes memorias sobre los aluviones, lo que puede reproducir la vulnerabilidad de miembros específicos ante futuros desastres.