Por: Gisella Abarca.
Fotos Nico Carrasco
Una masiva despedida fue la que tuvo el padre Manuel Bahl Sack este lunes en la parroquia Espíritu Santo de la población Manzanal en Rancagua luego que a los 91 años un cáncer de próstata le cerrara los ojos a la vida la madrugada de este 10 de abril, en Domingo de Ramos.
De este modo, acompañado por un gran número de fieles, integrantes de la Congregación del Verbo Divino y parte del clero, liderado por el Obispo diocesano, Monseñor Guillermo Vera, este lunes fueron despedidos los restos del padre Manuel Bahl Sack.
En su homilía, el superior Provincial de la Congregación de los misioneros del Verbo Divino, padre Yuventus Kota SVD dijo“El padre Manuel humilde, que ya está en la casas del Padre dando un gran paso por el mundo. Padre Manuel llegaste de Mendoza con muchas ganas de servir, estuviste muchos años en eso. Humilde, caritativo, justo, trabajador, fuiste uno más dentro de los vecinos, que alegra, anima e invita al pueblo a cantarle al amor de Cristo Vivo. Una voz conciliadora, misionera y de una fe profunda, con un afán de justicia social”.
El provincial agregó “Hermanos, gracias a ustedes Manuel pudo compartir el don de la amistad. Muchas veces no fuimos capaces de entender su forma de ser, porque fue un hombre noble y muy sincero. Perdón porque no te supimos valorar, tu nos enseñaste a través del testimonio lo que importa es la palabra de Dios y debemos compartirla con el pueblo de Dios. He escuchado el testimonio de la gente que te conocía, que eras un gran misionero, luchador por los pobres y necesitados”.
Mientras que el Obispo diocesano, Monseñor Guillermo Vera en la despedida del padre Manuel agregó “él ahora descansa en la casa de Dios, desde allá está contemplando el gozo del Señor”.
CON SU TESTIMONIO DE VIDA TRANSFORMÓ CORAZONES
Y es que en la oportunidad fueron muchos los testimonios que dieron cuenta de la labor del padre Manuel como sacerdote en que dejó un inigualable legado, donde muchos más quedaron guardados en los corazones de los fieles que llegaron a despedirlo al templo parroquial que él mismo construyó con ayuda de los vecinos.
Uno de ellos fue el testimonio de vida del matrimonio de Polet Molina y Alfonso Sepúlveda, familia que acogió al padre Manuel cuando llegó a Rancagua amistad que se mantuvo hasta este domingo en que aseguraron partió un integrante de su familia “quiero hablar del padre Manuel del hombre, amigo, hermano, del hijo, de lo independiente que era a pesar de ser sacerdote, estaba preocupado de cómo lo iba a hacer y cuánto se iba a demorar para construir. Como comunidad Granja lo veíamos limpiando, barriendo, como un trabajador de la construcción, un obrero, sin pensar que era sacerdote. Fue un hombre ejemplar, de vocación y fe. Gracias por permitirnos haber conocido al padre Manuel”, dijo Polet.
Mientras que su esposo Alfonso Sepúlveda añadió “fue un privilegio haberlo conocido, porque fue para nosotros nuestro guía, pastor, amigo, gracias padre Manuel por su amistad, porque fue parte de nuestra familia”.
En tanto, el feligrés Belisario Moreno que conoció al padre Manuel en su llegada a Rancagua expuso “llegó a mi casa para pedirme que lo ayudara a construir una capilla. Era tarea difícil, pero para él no había imposibles. Y empezamos la construcción. Él era un obrero más, y a medida que nos fuimos conociendo, mientras limpiábamos o descargábamos miles de ladrillos, miles sacos de cemento, toneladas de arena y gravilla, porque a él no le gustaba sólo dirigir, él tomaba la carretilla, la pala, era uno más y mientras trabajábamos nos hablaba de Jesús”.
Añadió “Como olvidar cuando nos sacaba a las 2 de la mañana que había que ir a la toma de La Rosa, a la Rivera del Rio, o a la Dinstrans porque allá habían personas que estaban sufriendo, nos decía. Después que construimos el templo, su labor pastoral comenzó desde los cimientos, por eso estamos aquí todos, porque todos los que están acá tiene algo del padre Manuel porque además de ser un excelente pastor era un mediador en los conflictos. Su legado es imborrable”, remarcó Moreno.
Por su parte otra de las feligreses que dio su testimonio fue Claudia quien dijo que el padre Manuel fue “un hombre de una sonrisa muy afable. Cómo olvidar ese chaleco que llevaba con mangas deshilachadas y zapatos sucios de tanto trabajo hacia quien lo necesitaba. Siempre con una pala, carretilla y martillo, esa visión de sacerdote que nunca se me va a olvidar”.
PADRE MANUEL BALTH SE LLAMARÁ LA PLAZA DE LA GRANJA
Para finalizar el alcalde de Rancagua Juan Ramón Godoy anunció que la Plaza de la Población Granja llevará el nombre del sacerdote “conocí al padre Manuel en la población Dintrans y en la población Isabel Riquelme donde me crie y por su testimonio de vida, vocación y por el trabajo que hizo durante muchos años hizo que el Concejo Municipal pudiera reconocerlo antes de partir con la medalla Santa Cruz de Triana reconociendo su compromiso, trabajo, su amor por la ciudad y cada uno de nosotros. Sin duda que la vida del padre Manuel Bahl deja testimonio en nosotros y en una petición que nos han hecho los vecinos de la población Granja que queremos anunciar, que la plaza de la Población Granja llevará el nombre de nuestro padre Manuel Bahl.
Así, con un cerrado aplauso fue recibida la noticia con la que se honra la memoria de quien siempre estuvo para quien lo necesitara, destacándose por su cercanía, sencillez y simpleza, vocación de servicio y voluntad sinigual, siendo uno más en la labor que le tocaba desarrollar, pero más fuerte fue ese aplauso cuando sus restos mortales salieron rumbo a Santiago por última vez de esa parroquia que como un obrero de la construcción, que con sus propias manos edificó.
En La Granja el padre Manuel comenzó la evangelización y urbanización.
Una valiosa, fructífera y enriquecedora obra durante varias décadas realizó en beneficio de los más pobres el sacerdote de la Congregación del Verbo Divino, padre Manuel Bahl.
Nació en Argentina el 27 de junio de 1931 en San Miguel Arcángel, ingresando en 1957 al Seminario de la Congregación del Verbo Divino en Buenos Aires.
Desde entonces, inició su vasta labor como sacerdote. En 1958 fue enviado por su Congregación a Chile para colaborar en el Liceo Alemán de Santiago; pero no aceptó esa destinación. Su vocación de servicio lo inclinaban al trabajo comunitario, deseando laborar en poblaciones marginales, por ello su orden religiosa lo envía a Osorno donde colaboró con la naciente vida parroquial en Nuestra Señora del Carmen de Osorno y Entre Lagos donde vivió el terremoto de 1960.
El 20 de septiembre de 1968, a los 37 años, el sacerdote asumió funciones en la parroquia San José Obrero de La Granja, donde estuvo por cerca de 30 años, iniciando su labor con la comunidad que vivía en condiciones precarias, no tenían luminarias y sus calles polvorientas causaban molestias, por eso procurarles una mejor calidad de vida fue un desafío que se impuso el sacerdote cuando llegó a la ciudad. Debió comenzar desde cero en la evangelización así como en la urbanización.
Sus inicios en la capital regional no fueron fáciles y comprendió que debía acercarse a la comunidad no sólo en un plano sacerdotal; sino como un amigo, fue así como se acercó a la gente sencilla y los marginados. Paulatinamente fue creando fuertes lazos con los pobladores lo que le permitiría participar activamente en la urbanización y construcción de las poblaciones. Sería este nuevo trato espiritual con los más pobres el que le preparaba el terreno para comenzar su trabajo.
La primera obra de urbanización fue colocación de soleras, veredas, rebajar calles, rellenar otras y construirlas donde sólo había polvo. Fue el padre Manuel quien realizó los trabajos de urbanización con sus propias manos; en un principio debió trabajar solo porque nadie creía que las locas ideas de este sacerdote pudieran concretarse. Así, la primera vez que salió del templo con pala en mano fue para preparar el terreno para las soleras, para después levantar luminarias, cumpliendo los desafíos con éxito.
Asimismo, con el objeto de asegurarle vivienda a la gente más necesitada de su comunidad, se abocó a la compra de sitios y con los títulos de propiedad en mano, comenzó la construcción de algunas villas. Una de ellas fue la Villa Verbo Divino donde existen 18 casas. Y no sólo la comunidad donde había llegado a ejercer su misión evangelizadora se encontraba en condiciones precarias; también el templo, lo que fue una tarea ardua su mejoramiento.
Después de varias décadas en Chile, el balance de su obra es elogioso. Fue formador de diversas comunidades religiosas en Población Dintrans (Sagrado Corazón de Jesús), Óscar Bonilla, Rancagua Sur (Verbo Divino), Isabel Riquelme, Centenario, Manzanal (Espíritu Santo), Las Rozas y Santa Julia, Siete Puentes y Lo Conty, entre otras, donde pobladores, colegios y juntas de vecinos dan testimonio de su obra.
Otra de las construcciones en la que ayudó fue la capilla de la población Óscar Bonilla, la Población Rancagua Sur, a lo que se agrega la gran labor en favor de los jóvenes a los que se dedicó a la rehabilitación de drogas y alcohol creando centros especializados.
En reconocimiento a su enriquecedora obra fundamentaron la iniciativa para en los años ‘90 concederle la nacionalidad por especial gracia. En 1998 el Padre Manuel recibió su traslado al Seminario de la Congregación en Santiago.