A diferencia de otras celebraciones cristianas como la Navidad, que se conmemora regularmente el 25 de diciembre, la fecha de la Semana Santa cambia anualmente y es normal mirar el calendario para tener certeza sobre los días en que caerá.
Lo anterior se debe a que el año litúrgico no se ciñe estrictamente al año calendario, sino que varía de acuerdo con el ciclo lunar. El calendario lunar, que dura aproximadamente 28 días, se basa en el periodo que pasa entre dos fases iguales de este cuerpo celeste, como la luna llena o la menguante; y en épocas ancestrales era el método más efectivo para medir diversos eventos de la naturaleza.
Cuenta la historia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o «Pesaj», que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo.
Por lo tanto, podemos estar seguros, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con sus discípulos, era una noche de luna llena. Así la Semana Santa se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena del equinocio de primavera (hemisferio norte), cayendo entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
CALENDARIO CRISTIANO
Todo el calendario cristiano tiene su origen en la Resurrección de Jesús. Tanto es así que durante los tres primeros siglos del cristianismo la única fiesta que realmente se celebraba era la Pascua de Resurrección (la gloriosa resurrección de Cristo), y en menor medida Pentecostés (el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles). Con el paso del tiempo ese acontecimiento fundante de la Resurrección se fue ampliando alrededor de la Semana Santa, así apareció el domingo (la palabra domingo significa «El día del Señor»). Cada domingo es la celebración semanal del misterio pascual de la Resurrección de Cristo. Podemos decir que cada domingo es una mini-Pascua de Resurrección. De la misma manera se fue creando un calendario de fiestas cristianas donde podemos celebrar los distintos momentos de la vida de Jesús y de los santos y santas, pero todo el calendario litúrgico tuvo su origen en la fiesta de la Pascua de Resurrección de Jesús.
En el Concilio de Nicea (año 325) se promulgó que la Pascua cristiana (la Resurrección de Cristo) se celebraría «el primer domingo después de la primera luna llena durante o después del equinoccio vernal». Los concilios, que se estima se celebran desde el año 50 D.C, se han establecido como asambleas celebradas por la Iglesia católica en los que se convoca a los obispos para discutir doctrinas y prácticas, para luego proclamarlas. Durante el Concilio de Arlés (314 d.C.), se había ordenado que la Pascua se celebrara en todos los lugares durante el mismo día. Once años más tarde en el Concilio de Nicea se estableció que esta fecha iba a estar marcada por la Luna, más exactamente por la Luna llena o plenilunio. El Domingo de Resurrección sería entonces el domingo siguiente a la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera boreal, es decir la primera Luna llena primaveral en el hemisferio norte.
El equinoccio ocurre cuando el eje de la Tierra se ubica de tal forma que ambos polos terrestres están a la misma distancia del Sol, lo que hace que día y noche tengan la misma duración. En el caso del equinoccio de primavera, en el hemisferio norte terrestre su fecha puede variar entre el 20 y el 22 de marzo.
La enorme importancia que tenía para los cristianos la Pascua como festividad de la Resurrección de Jesús, les llevó a creer que dicha celebración no podía llevarse a cabo sin cierta preparación espiritual. Pensaban nuestros primeros hermanos que debían acondicionar sus almas durante algunos días de ayuno, penitencia y oración. Esto sería lo que posteriormente se llamaría Cuaresma.