Eduardo Font, director del diplomado en Nutrición y alimentación para el rendimiento deportivo y salud de la Universidad Autónoma
En el recuerdo de las personas que nacieron en los 80-90 están los platos tradicionales chilenos. Habitual es en una conversación sobre las comidas, recordar con los seres queridos de aquella cazuela, porotos con riendas, pastel de choclo o preparaciones típicas de la zona en donde se creció o donde se vivieron las vacaciones.
En un mundo cada vez más acelerado, en el que los ritmos y el estilo de vida nos dificulta tener más tiempo para dedicarlo a la cocina, se han ido perdiendo poco a poco las tradiciones de preparar alimentos caseros con ingredientes frescos u orgánicos, propios de la cocina chilena. Decir que se deberían preparar platos más saludables o volver al origen es un lindo discurso, pero requiere de un cambio de ritmo de la sociedad para ponerlo en marcha.
Por eso, el llamado es a que recordemos e intentemos volver, siempre que sea posible, a esas recetas de nuestras abuelas, madres, familiares, a esos alimentos y sabores de casa con los que crecimos que son sanos, nutritivos y respetuosos con los recursos de las zonas del país.
Pero más allá de la cocina chilena, debemos comenzar a tener una nutrición consiente, conocer y entender qué es lo que estamos consumiendo, qué ingredientes son los mejores para nuestro día a día y encontrar un equilibrio sano. Es momento de volver a lo natural, a lo propio, sin prohibirnos alimentos (salvo que exista una condición médica), pero concientizar cuándo es el momento ideal de consumirlos y en porciones adecuadas.