Por: Pastor Alejandro H. Cabrera C.
“Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5)
¿Quién de nosotros no ha pasado alguna noche difícil?
¿Quién no ha podido conciliar el sueño frente a una difícil situación?
Como aquella noche en la sala espera de un hospital, esperando noticias del médico temiendo lo peor. O aquella noche que pasásamos llorando por la herida que le causaron nuestro corazón. O aquella otra noche en que sentías temor, hambre, frío sin saber de donde ibas a obtener recursos para suplir esas nesecidades. O aquel momento en la que le tocó despedir a un ser que amabas y partió hacia la eternidad.
Todos hemos tenido noches oscuras. Pero no todas las noches son tan oscuras.
La noche representa una época, una temporada, un tiempo que vivimos o estamos viviendo en la cual todo se ve sombrío, oscuro, frío. Tiempo que parece interminable que nunca va a acabar. En donde se siente una intensa agonía, en donde se agita el corazón por la preocupación y percibes el peligro a cada instante, pensando lo peor.
Como ejemplo de esto, la Biblia nos muestra a David, el sí sabía de noches oscuras, de persecuciones, de traiciones y soledad, de dolor y peligros de muerte, de huir de un patrón como de un hijo, de llorar la muerte de un amigo como la de su bebé recién nacido. Él sabía de menosprecios y humillaciones. David es el mejor ejemplo para hablarnos del tema.
David en su experiencia nos cuenta que la noche termina cuando comienza el día; y su día comienza cuando usted se decide a alabar a Dios en medio de la noche obscura.
Por lo tanto, no hay que perder la esperanza no hay que sentarse a llorar hasta que todo acabe. Lo último que verá en tu noche más oscura, LO ÚLTIMO QUE SE ESCUCHARÁ antes que amanezca SERÁ SU ADORACIÓN AL SEÑOR.
LA ADORACIÓN ACELERA EL AMANECER. Si David dice que LA ALEGRÍA llega con Cristo al amanecer entonces puedo acelerar el proceso, haré que mi noche (época de dolor) acabe más rápido alegrándome con mi Dios.
No colgaré mi arpa en los sauces, no me sentaré a llorar junto a los ríos de Babilonia, ni seré objeto de burla de mis enemigos (Salmo 137); ME GOZARÉ Y ME ALEGRARÉ ADORANDO A MI SEÑOR, y como consecuencia las tinieblas de la noche más oscura TIENEN QUE HUIR.
David, una vez más, lo declara: “Pero de día mandará el Señor su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida” (Salmo 43:8)
Y otra vez: “Al señor busqué en el día de angustia; a él alzaba mis manos de noche y sin descanso” (Salmo 77:2). Y finalmente: “… Aún la noche RESPLANDECERÁ alrededor de mí” (Salmo 139:11)
Isaías 60:1-2
¡Levántate, hermano…! Que brille tu luz para que todos la vean. Pues la gloria del Señor se levanta para resplandecer sobre ti. 2 una oscuridad negra como la noche cubre a todas las naciones de la tierra, pero la gloria del Señor se levanta y aparece sobre ti.
“Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida…” (Salmo 30:5)