Hace muchos años existió una escultura que nos recordaba al cacique Tomas Guaglén, que estaba ubicada en la esquina de Calle German Riesco con la Plaza de los Héroes.
Guaglen fue un cacique que gobernó las tierras en donde hoy se emplaza la actual ciudad de Rancagua fundada por Don José Antonio Manso de Velasco quien la nombró en sus inicios como Villa Santa Cruz de Triana.
Pero, ¿qué pasó con la escultura y su posterior destino? Sinceramente creo que fue una falta de respeto desde el día en que fue instalada la obra, no por su diseño; sino por otros motivos.
Primero, porque la madera en que se talló no fue tratada en forma debida para protegerla del medio ambiente y de los insectos y no había que ser erudito en la materia para darse cuenta de ello, solo bastaba observar cómo se deterioraba.
Segundo, porque la plataforma dispuesta no quedó a la altura aconsejada quedando a merced de los desubicados que la comenzaron a rayar y a no respetar una obra de arte.
Tercero, el lugar era inapropiado y si no hubiera sido por un poste de alumbrado público que estaba cerca, ni luz habría tenido. Simplemente lo considero un desprecio a nuestros aborígenes.
Al cabo de un tiempo, con mucha pena fui testigo cuando retiraron la escultura y trasladada a una bodega para una supuesta reparación… y de la escultura nunca más se supo. Averiguando, logré conocer que terminó siendo un montón de madera deteriorada lista para ser leña.
Muy por el contrario, el monumento a José Manso de Velasco confeccionado en piedra luce imponente y majestuoso a un costado de la Municipalidad de Rancagua al inicio del Paseo Independencia, con iluminación propia a sus pies y en una tarima sólida, hasta nuestros días; es decir, un gran trabajo artístico y con un trato diferente.
Es por eso que hoy rescato esa parte de nuestra historia, esa misma que nos hace identificarnos con nuestra ciudad, la que nos enorgullece de ser rancagüinos. Pero para ser sincero, algo nos falta y por ahí de seguro en algún lugar hay un trozo grande de madera noble o una piedra preciosa esperando convertirse nuevamente en Tomas Guaglén en las manos diestras de un escultor que lo devuelva a la vista de la ciudadanía.
Son las autoridades entonces quienes deben velar por devolver el monumento a Tomas Guaglén quien fura el último de los Picunches o Promaucae y colocarlo a la altura de un gran líder de estas tierras mucho antes de la llegada de los españoles.
Sólo espero que cuando se reponga este homenaje al cacique Tomás Guaglén, sea con una ceremonia solemne y a la altura de los acontecimientos para que los rancagüinos y rancagüinas le otorguemos la bienvenida que se merece como un acto de desagravio por tanta ignorancia, olvido e ignominia de personas que no tienen respeto por nuestros antepasados y la cultura.
Jorge Ibarra Espinoza.
Dirigente Vecinal, Social, deportivo y cultural de Rancagua