La opinión de Manuel Polgatiz
Periodista y comentarista deportivo
El presente de O’Higgins no puede ser más auspicioso. Aún jugando mal y con un despliegue poco atractivo y vistoso, el equipo construyó desde el esfuerzo, dos victorias que nuevamente lo meten en la pelea del torneo.
En las entrañas del plantel, sí existía la vergüenza deportiva y la defensa a ultranza de la camiseta. Donde no hay fútbol ni herramientas visibles que configuren un escenario de esperanza, emergió el trabajo descoordinado pero visible en las cifras. Aparecieron los atisbos de rebeldía por las cuales muchos abogaban y no se enredaron en los mensajes espurios del técnico Mariano Soso.
El quiebre, esta vez, vino del campo mismo, allí en el césped de batalla, entre jugadores que despertaron de la modorra y se inyectaron de valor para enmendar el camino. Nunca será fácil vivir una crisis, pero si se actúa con inteligencia, será vinculado a un proceso de crecimiento y desarrollo.
Seis de seis, es una excelente medida considerando el bajísimo nivel en toda la temporada. Ganar es el mejor remedio, no solo en el fútbol, sino en la vida misma. Esta “golondrina sí busca un verano” y al parecer, sobre tenues rayos de sol, lo va encontrando.
No obstante, esta escena lúcida y resplandeciente, casi extraída de una obra hecha por Vicent Van Gogh, hay que mantener los pies sobre agua fría para propiciar análisis crítico y sincero, porque en el fútbol no solo los números hablan, también tienen su expresión, los comentarios en las gradas y el enfoque del hincha en medio de su pasión.
En el horizonte está la ilusión, que solo la mala planificación, la transformó en obsesión. Los “Celestes” se ponen en carrera, aunque eso signifique mantener la relación (con la banca de Soso).