Miguel González Vallejos
Abogado, Doctor en Filosofía
Instituto de Filosofía UC
Estamos a pocas horas de la elección más importante de los últimos 30 años. El proyecto elaborado por la Convención constitucional propone cambios radicales en el ordenamiento político y jurídico que podrían tener consecuencias importantes para nuestra convivencia nacional. Lamentablemente, el espíritu de consigna, las mentiras y las descalificaciones están a la orden del día y dificultan gravemente el dialogo racional.
A pesar de este clima enrarecido, los ciudadanos tenemos el deber de votar en conciencia. Pero ¿qué queremos decir exactamente con esta expresión? ¿Qué pasa, por ejemplo, si mi familia, mis amigos o mi partido político me presionan para que tome una opción, pero en mi fuero interno yo quisiera optar por la opción contraria?
Tomémonos un momento para reflexionar con serenidad acerca de estos graves problemas. Para entender que significa votar en conciencia es necesario detenernos en el concepto de conciencia moral.
Ya en el siglo IV antes de Cristo, Platón nos relata en el Critón que Sócrates debió tomar una compleja decisión moral. Había sido condenado injustamente a muerte, según cuenta la Apología de Sócrates. Antes de la ejecución, su amigo Critón lo visita en la cárcel y le informa que ha hecho los arreglos necesarios para que escape de prisión y se vayan de Atenas, eludiendo así la condena a muerte que pesaba sobre él.
A pesar de la urgencia del momento y de la gran cantidad de argumentos presentados por Critón, Sócrates señala la necesidad de examinar el problema antes de tomar una decisión, “pues yo, no sólo ahora, sino siempre he sido tal que no obedezco a otra cosa en mí sino a esa razón que, después de ser pensada, me parece la mejor” (Critón, 46b). Agrega más adelante que a la hora de tomar una decisión “no debe preocuparnos en absoluto lo que dirá de nosotros la gente, sino el que entiende de cosas justas e injustas, él solo y también lo que diga la verdad misma” (48a).
A partir de estos pasajes del Critón comenzamos a entender que significa actuar en conciencia. Vemos que se trata de tomar una decisión de índole moral, según criterios racionales, buscando el mayor bien posible. La tradición moral occidental agrega algunos elementos adicionales: actuar en conciencia es una obligación moral indelegable. En otras palabras, siempre debemos actuar en conciencia, aun cuando de ello se sigan consecuencias negativas para nosotros. Ninguna autoridad, sea moral, familiar, política o religiosa, puede obligarnos a actuar en contra de un dictamen firme y claro de nuestra conciencia moral. Ejemplos históricos hay muchos: Tomás Moro, mártir de la conciencia, prefirió morir antes que mentir en el proceso de divorcio de Enrique VIII; el sacerdote alemán Franz Reinisch prefirió ser ejecutado antes que jurar fidelidad a Hitler; el mismo Sócrates prefirió beber la cicuta en vez de escapar de la cárcel, porque consideró que al escapar haría un grave daño a la ciudad de Atenas, la misma que lo había condenado a muerte de manera injusta.
Votar en las elecciones es un acto moralmente relevante en el cual el deber de actuar en conciencia tiene particular importancia. ¿Qué significa entonces votar en conciencia?
Tomando los elementos anteriores, podemos responder lo siguiente: votar en conciencia consiste en optar por una de los opciones que existan de acuerdo a criterios racionales, buscando el mayor bien posible, sin dejar que otras personas interfieran en esta decisión.
Es evidente que el criterio racional es, en este caso, la calidad del texto constitucional propuesto, tomando en cuenta que las funciones propias de una Constitución política son la organización del poder del Estado y la protección de los derechos de las personas.
Si después de leer y reflexionar Ud. concluye que el proyecto de nueva Constitución mejora el sistema político y protege adecuadamente los derechos fundamentales, entonces debe votar apruebo; si, en cambio, concluye que el nuevo texto perjudica a los ciudadanos y daña gravemente el equilibrio entre los poderes del Estado, poniendo en peligro a la democracia, entonces Ud. tiene la obligación moral de votar rechazo. En el secreto de la urna solo estará Ud. y su conciencia moral. En ella no hay espacio para las presiones, los chantajes o las órdenes de partido.
Nos encontramos en un momento crucial. Nuestro sistema político, y con él nuestro país, podría cambiar bruscamente de rumbo. Al momento de decidir, sigamos el ejemplo de Sócrates, quien no se dejó vencer por el miedo a la muerte a la hora de actuar de acuerdo a lo justo. Quedan como inspiración para la reflexión que cada uno de nosotros debe realizar antes del 4 de septiembre las palabras que el filósofo dirigió a quienes lo había condenado:
“pero lo difícil, señores, no es escapar de la muerte, sino que mucho más difícil es escapar a la bajeza, pues corre más rápido que la muerte. Y ahora a mí, que soy lento y viejo, me alcanza la más lenta, mientras que a mis acusadores, hábiles y rápidos como son, los alcanza la más rápida, la vileza. Yo me voy ahora condenado a muerte por ustedes, pero ellos se van convictos de inequidad e injusticia por la verdad. Y así como yo he de atenerme a mi sentencia, también ellos a la suya” (Apología de Sócrates, 39a-b).