“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”
Isaías 26:3
El profeta Isaías era un hombre acostumbrado a tener profundas experiencias con Dios. Le había sido encomendada la difícil misión de anunciar su mensaje en una época muy conflictiva para la nación. Fue criticado, perseguido, amenazado y si pudo estoicamente soportar todo eso, no se debió a sus fuerzas sobrehumanas sino porque Dios, su Creador lo ayudaba. Este servidor fiel, mantenía una relación íntima y de amistad con Dios, lo que lo hacía disfrutar de una paz aún en medio de las tormentas más intensas de su vida. Es por eso es que, con toda certeza y plena convicción, alienta a sus lectores con esta maravillosa promesa. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”
La confianza del ser humano en el poder de Dios, el meditar de continuo en su fidelidad y llenarse el corazón y la mente con sus promesas, permiten alcanzar la tan anhelada paz.
La sociedad actual está sometiendo a las personas a un nivel de estrés y de presión cada vez mayor y eso le está haciéndole perder la paz y enfermando. Chile ha sido declarado el segundo país a nivel mundial con un altísimo nivel de depresión en su población. Las consultas a centros de atención psicológica, la venta de psicofármacos, han aumentado en los últimos años de un modo alarmante. El insomnio, estrés, fobias diversas, ataques de pánico parecen constituirse en verdaderas endemias. La tranquilidad, la paz se ha perdido ¿Qué hacer frente a esta situación? La Biblia como Palabra de Dios tiene la respuesta, y esta es Jesucristo.
En el Evangelio según San Juan Jesucristo hizo esta declaración:
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” – Juan 14:27.
La paz que Cristo ofrece no es la que nosotros conocemos como paz. Para el ser humano, la paz es únicamente ausencia de guerra, de conflicto y de lucha exterior. Lo podemos ver en las manifestaciones populares en favor de la paz en donde viene una marcha portando banderas y carteles con la consigna: “Queremos paz”; Justicia “No a la guerra”; “No más sangre de inocentes”
Pero, en medio de esa multitud se puede observar rostros enardecidos defendiendo sus ideologías, ojos llenos de odio, gente atormentada por conflictos internos, esposos que abandonaron a sus esposas e hijos, quienes no respetan a sus padres. Pero, quieren paz. ¿Qué tipo de paz, es esa? Esta es la paz que el mundo ofrece: solo ausencia de guerra exterior, y nada más.
La Paz que la Palabra de Dios nos ofrece por medio de Nuestro Señor Jesucristo, es ausencia de perturbación dentro de nuestra mente de nuestra alma, es una perfecta armonía reinante dentro de nosotros aun en medio de las adversidades de la vida, para poder obtener esta paz se requiere tener fe en Jesucristo.
“Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros sanados”. Isaías 53:5
El Señor Jesucristo hizo la paz para nosotros en la cruz del Calvario, y esta paz se transmite a nuestros corazones y mentes por medio de su Espíritu Santo. La Palabra de Dios en la carta a los Gálatas nos dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad.” Gálatas5:22
No es posible tener paz entre los hombres, si no hay primero paz con Dios. Los títulos que el profeta Isaías da a Jesucristo son:»…y se llamará su nombre, admirable, consejero Príncipe de paz» Isaías 9:6.
Busque a Jesús el “Príncipe de paz” y él le dará la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Pastor: Alejandro H.