Hace más de cien años, el cura don Bernardo Santibáñez, primer Párroco en Pelequén (en 1904) contaba que en 1839, cuando finalizaba la Guerra de Chile contra la Confederación Perú-boliviana, la imagen de Santa Rosa, en Lima, fue rescatada de un incendio, por el “Cholito” Juan Díaz, quien se vino a Chile con un Capitán chileno, cuya familia vivía en la costa de Colchagua.
Pasaron por Malloa, donde el Capitán tenía parientes, a la casa de José Silva. Juan Díaz se enfermó y fue llevado a la casa de María Terán.
Relatan que cuando Juanito estaba en dicha casa, una señora que se encontraba enferma falleció. En la misma noche divisaron dos luces en dirección al lugar donde se encontraba la imagen de la santa. Fueron a ver lo que ocurría y no encontraron a nadie. Doña María dispuso que todas las noches se encendieran velas al lado de la imagen. Vecinos, parientes, amigos y desconocidos comenzaron a regalar velas para que nunca faltaran, iniciando así el culto que fue creciendo cada año.
El 21 de febrero de 1851 el Arzobispo de Santiago don Rafael Valentín Valdivieso mandó a construir un templo, por decreto del 9 de mayo de 1864 y trasladó la imagen a la Iglesia Parroquial de Malloa. El templo definitivo se construyó posteriormente en Pelequén, y fue inaugurado el 30 de agosto de 1871, en terrenos donados por don José Santiago Gallegos. La Iglesia fue destruida el 6 de agosto de 1906 por un gran terremoto. Años después fue reconstruido y en 1963 se le agregó el torreón central.
El templo gravemente averiado por el terremoto de 2010, y pese al incendio que sufrió hace un par de meses está por estos días recibiendo a miles de feligreses que no solo de manera presencial sino también de manera virtual , realizan un acto de Fe ante el creador con la interacción de la santa para poner en sus manos nuestra necesidades y buscar en la divinidad la respuesta que no hemos podido encontrar acá en la Tierra.
Luis Fernando González V.
Sub Director