Por: Denisse Ruz Jara *
Docente de la carrera Psicopedagogía
IP Santo Tomás, sede Rancagua
Al conmemorar el Día de la Psicopedagogía, recordamos qué fue lo que generó el emanar psicopedagógico hace décadas. Fue sin duda, entre varias motivaciones, la necesidad de atender a las demandas educativas de los más desfavorecidos, niños y jóvenes con dificultades para aprender y desarrollarse en el medio educativo y social. Dichas problemáticas aún persisten, se modifican y nacen otras nuevas, como respuestas a una sociedad cambiante.
Las barreras educativas a las que se ven enfrentados los estudiantes con alguna dificultad de aprendizaje han sido históricamente la gran inequidad social y educativa. Barreras actitudinales, metodológicas, organizativas y sociales. Son las principales razones por las que niños y niñas sufren el asedio de una experiencia escolar generalmente no transformadora y excluyente, que persiste hoy en día.
El perfil del psicopedagogo(a)
En 2021, Javiera Carrasco Cursach publicó un estudio sobre competencias genéricas del/la profesional psicopedagogo(a), en el que participaron distintos actores vigentes de la psicopedagogía chilena. La premisa principal busca reconceptualizar las competencias técnicas en los procesos de evaluación y acompañamiento por parte del psicopedagogo.
Asimismo, se enfatiza en algunas ideas, como erradicar la visión de que el déficit se centra en el sujeto, sino más bien plantear la idea de entender que el medio social subsidia un sistema educativo con métodos incapacitantes para acceder al conocimiento, lo que tributa en la estandarización del proceso de enseñanza y aprendizaje. Por el contrario, esta actualizada revisión colectiva invita a cambiar de perspectiva y expandir el conocimiento sobre el abordaje en la praxis profesional, dejando entrever que la orientación psicopedagógica y las problemáticas actuales superan el marco escolar.
En cuanto a los hallazgos generados en esta investigación – que por cierto conforman la primera parte –, se logró identificar las pautas que convergen en el quehacer profesional del psicopedagogo(a) desde la evaluación hasta el acompañamiento psicopedagógico. Cada una de estas áreas permite a los profesionales accionar y pesquisar la complejidad del aprendizaje humano. Se entiende que dicho proceso se da a lo largo de la vida y que de él dependen distintas variables tales como el desarrollo de la cognición, la genética, contexto sociocultural del individuo, emociones, motivaciones entre otras.
Todo lo anterior permite validar y reconocer la relevancia que tiene la presencia del psicopedagogo en el desarrollo del país, puesto que se fundamenta en que es un profesional científicamente preparado, con inmensa conciencia social, que promueve la atención a la diversidad, capaz de ajustarse a los cambios y realizar importantes aportes en el desarrollo, autonomía y adaptación al medio social de cualquier individuo.