Más de una vez los rancagüinos nos hemos hecho esta pregunta. La repuesta que de pequeños nos enseñaron tiene que ver con la celebración de la valentía de los Patriotas que jamás se rindieron ante el invasor, respuesta que si bien es correcta recibe varios reparos.
Primero cabe preguntarse por qué celebramos una derrota, Rancagua fue un desastre militar, no se cumplieron los objetivos estratégicos de la defensa de la capital y la táctica empleada por O´Higgins no fue la correcta. Tenía más sentido desde el punto de vista estratégico la defensa de Angostura, lo que permitía tener la retaguardia libre para recibir refuerzos y recursos o realizar una eventual retirada en orden.
La Batalla fue la muestra evidente de las profundas divisiones que cruzaban a la nueva República, en estricto rigor el mando de Rancagua le correspondía a Juan José Carrera, por ser el militar de más alto rango, pero mayoritariamente las fuerzas que llegaron a la plaza tras el desbande del Cachapoal eran leales a O´Higgins, recordemos que Chile estaba en una guerra civil entre carreristas y ohigginistas, conflicto bélico aplazado pero no resuelto con la llegada de Osorio. Conflicto que también puede estar en parte del porque José Miguel no viene en ayuda de O´Higgins.
También se podría decir que nuestra guerra de Independencia, no era una confrontación contra un poder extranjero, era una guerra civil, la gran mayoría de los soldados de ambos bandos eran chilenos, y en lo material Rancagua fue un desastre que prácticamente destruye la ciudad y significa la muerte para gran parte de su población, entonces ¿por qué celebramos esta derrota, ocurrida el sábado 1 de octubre y domingo 2 de 1814?.
No, no celebramos la derrota. Recordamos a los valientes caídos, que pese a todas las dificultades jamás se rindieron, admiramos a los Patriotas que pese a todas las diferencias lograron construir un nuestro País. Celebramos a una heroica ciudad que pese a haber sido destruida supo renacer de sus cenizas y construir un futuro, una ciudad que tiene en su ADN el volver a inventarse, crearse nuevamente. Tal vez un poco desordenadamente, pero con la tozudez del huaso que se combina ya en el siglo veinte con el esfuerzo y el método del minero.
Lamentablemente el tradicional desfile parece haber caído en una serie de improvisaciones, primero se informa que se realizaría el 1 no el tradicional 2, y ahora sin mayores explicaciones vuelve a realizarse el 2 de octubre, y no solo eso, se realizara por razones de “seguridad” en el Estadio El Teniente, sin que nada se haya dicho sobre aforo (en la calle siempre es superior) ni menos sobre como serán repartidas las invitaciones, parece que las pifias en la Parada Militar hacen querer que este evento sea “más protegido” y evitar manifestaciones. Tampoco nada se ha dicho sobre la participación de colegios, e instituciones y sabemos que solo hace pocos días bomberos fueron invitados formalmente a participar. Todo esto como si no quedaran solo días para esta fiesta rancagüina de la cual malamente se ha apropiado la Delegación Presidencial, representante del poder central y que nada tiene que hacer organizando una fiesta rancagüina. De hecho en el pasado Consejo Municipal, el Consejo manifestó su “dolor” porque primero (en ese momento) el desfile se realizaría el 1 de octubre y no el 2, y segundo porque nada se había comunicado al municipio sobre esta fiesta, que retorna al estadio más por comodidad de los organizadores que por querer acercar esta tradición a la comunidad.
En este sentido consideramos que el lugar ideal para realizar el desfile sería Republica de Chile, pero no a la altura de Kennedy como años anteriores, sino en el sector oriente de la capital regional, a la altura del Parque Cordillera. En dicha ubicación el ancho de la avenida permite una más que correcta presentación a la vez que el desfile se acerca a las poblaciones más pobladas de nuestra región. Un gobierno que dice querer fomentar la igualdad y eliminar los privilegios de algunos, tendría en un desfile realizado ahí un potente símbolo. Pero parece que el horno no está para esos bollos, aunque tal nivel de cambios de opiniones ha mostrado el gobierno que no sería de extrañar que en unos días más informáramos de que el desfile volverá a las calles.
Al terminar esta columna queremos una vez más insistir, que esta fiesta de Rancagua -en su organización- debe ser abordada desde lo local, y sea entonces el municipio con apoyo de la gobernación regional quienes asuman esta celebración, organizaciones conformadas por autoridades electas y no siga siendo el representante del poder central quien sin tener porque asume esta organización.
Luis Fernando González
Sub director
Diario El Rancagüino