Cuando se habla de algo espiritual se pueden lograr muchas definiciones y formas de afrontar este término, pero nadie duda que lo espiritual se contrapone a lo material.
La ida de regalar en navidad es la de demostrar aprecio por los seres queridos y más cercanos y para ello se recurre a obsequiar algo material que simbolice las buenas intenciones.
Desgraciadamente el espíritu de la navidad, la paz tranquilidad y las demostraciones de amor se pierden en un mar de objetos que nos sentimos obligados a comprar aunque no tengamos el dinero suficiente y por lo tanto terminamos endeudándonos.
Le llaman “consumismo” a lo que tiene caracteres de enfermedad colectiva o de epidemia mundial.
Es difícil vivir en un mundo en el que todos orientan sus vidas hacia el “Tener” más que al “Ser” y al demostrar cariño demostrando también poder por lo que el regalo se mide más por su valor material que por lo que simboliza.
El tiempo de navidad es para todos, el 25 de diciembre es feriado para todos, y por lo tanto es independientes de sus creencias religiosas, un tiempo de reflexión porque de algún modo nuestras vidas se ven enfrentadas a reconocer que vivimos junto a otros con los que tenemos que sumar esfuerzos para hacer nuestras respectivas vidas algo más llevadero y feliz.
Y finalmente esto es lo importante. El regalo navideño debe ser gratificante tanto para el que lo recibe como para quien lo otorga y quien hace un regalo para quedar luego endeudado por muchas cuotas generalmente no es alguien feliz.
Regalar parte de tu tiempo, regalar una sonrisa, regalar palabras, ayudar a los más necesitados no cuestan dinero y reflejan el verdadero espíritu de navidad y justifica perder todo un día de producir bienes materiales. Más aún en tiempos de inquietud como los actuales donde la paz, el amor, el escucharse y respetarse son más necesarios que nunca.
Alejandro González Pino
Director