Ya estamos en plena temporada de verano y de vacaciones.
El gran sueño cumplido de la clase media chilena es tener su propio automóvil o vehículo de trasporte familiar, Esa joyita que cada uno paga en muchas cuotas y sacrificios durante uno o algunos años.
Por supuesto que el vehículo propio se usa durante el año para llevar a los niños al colegio, para ir al trabajo o para compras, pero se trata de limitar su uso lo suficiente para que no produzca más gastos del que se puede asumir.
La mejor parte de este sueño automotriz es poder usarlo en el veraneo. Es increíble la sensación de libertad que produce y el poder desplazarse libremente por las carreteras de todo el país en compañía de quienes más uno quiere.
Los que tienen vehículos más potentes y de mayor tracción en todas las ruedas pueden aventurar en sectores difíciles tanto cordilleranos como en la costa en donde hay miles de rincones remotos y paisajes que realmente descansan el alma y el cuerpo para reponerse y comenzar en marzo una nueva jornada laboral.
Pese a que son muchos más los que lo pasan bien hay muchos compatriotas para los que el veraneo se transforma en el peor momento de sus vidas o en su último minuto.
El obtener una licencia para conducir es solamente la certificación de poseer las habilidades y conocimientos mínimos para hacerlo . Nadie se convierte en un piloto del Dakar de la noche a la mañana. Se requiere estudio, experiencia y por sobre todo sensatez .
Conducir con precaución, pero sin miedo, conducir en pleno uso de sus facultades, sin cansancio, con tranquilidad y paz , pero atento a las condiciones de la ruta y del tráfico son los requisitos mínimos también para segurar un retorno feliz en su propio auto y no en un vehículo fúnebre.
De cada conductor depende su propia vida, la de sus pasajeros y la de los otros conductores y pasajeros.
Cuídese y páselo bien.
Alejandro González Pino
Director