Lo que ocurrió entre viernes y sábado en San Fernando, no deja de llamar la atención. La capital provincial de Colchagua se ha caracterizado por años por su tranquilidad pueblerina, pero los hechos de violencia que han dejado varios fallecidos en diversas poblaciones del sector norponiente hacen que se encienda la alerta.
Lo sucedido en las últimas horas en la Villa Alborada, conjunto de departamentos ubicada en la ribera sur del estero Antivero, generó preocupación en la comunidad en general. Dos asesinatos en menos de 24 horas, con varios heridos a bala, además, son un grave evento que trastoca la vida cotidiana sanfernandina.
Esta comuna está viviendo una escalada que ya está presente en otras ciudades, como nuestra capital regional. El trabajo de las policías se hace insuficiente ante la brutalidad con que se actúa en algunos sectores populares. A balazo limpio -literalmente- se solucionan los problemas vecinales.
La droga, también, influye muchísimo en lo que está ocurriendo. Está presente a tal punto que, aunque muchos no lo quieran reconocer, hay lugares donde literalmente no se puede entrar. Esa realidad, que parecía estar solo en el Gran Santiago, es más cercana de lo que se piensa.
Se hace necesario una intervención mucho mayor por parte de los Gobernantes, de quienes toman las decisiones. Si no comienza desde allí la iniciativa de atacar con todo este flagelo, cada día será aún peor y las consecuencias de eso siguen siendo insospechadas. ¿Estamos a tiempo de poder parar esto? La respuesta la tiene la autoridad.
Por: Ricardo Obando, editor.