La temporada 2022-2023 parece un triste viaje en el tiempo al período 2016-2017, cuando a nivel país se quemaron sobre 600.000 hectáreas a raíz de los incendios forestales, siendo los más destructivos de la historia. Actualmente, la cifra oscila las 300.000 al 07 de febrero del presente mes, concentrándose gran parte de la superficie afectada en un período inferior a 14 días. El origen de los siniestros tiene una génesis antrópica, es decir, son producidos por el hombre, ya sea utilizando líquidos acelerantes o siendo presas del descuido, al tener la falsa creencia de que nada pasará, manifestada mediante la ya clásica expresión “¿cómo va a ser tanto?”. Tal actuar, sumado a veranos cada vez más calurosos, sequía en aumento y la presencia de monocultivos, principalmente de pinos y eucaliptos, forman la sumatoria perfecta para generar grandes catástrofes.
Los pinos y eucaliptos -largamente extendidos por el país y la zona afectada- comparten características comunes, pues (1) Tienen la capacidad de rebrotar y aumentar su germinación tras un incendio; (2) Presentan una alta demanda hídrica, secando las napas subterráneas y afectando así la flora nativa; y (3) Poseen un alto nivel de exfoliación en su corteza (descascarado). Las leves diferencias aparecen a nivel químico, donde pinos y eucaliptos están compuestos en un 80% por cineol y pineno, respectivamente. Ambos corresponden a sustancias altamente inflamables. Si a lo antedicho se agrega la capacidad que tienen las hojas de eucaliptos para volar encendidas más de 500 metros, podemos ver en el monocultivo un peligro sustancial si de incendios forestales y medio ambiente se trata.
Considerando los riesgos asociados y los altos niveles de plantaciones existentes en el país, sin pasar por alto la catástrofe del período 2016-2017 y la que actualmente vivimos en la zona centro-sur, es momento de prevenir, anticipándose a los peligros y no actuar de forma reaccionaria, una vez que el caos ya está desatado. Si bien, en Chile existen aeronaves para combatir incendios forestales, no son suficientes y se sigue dependiendo de aviones extranjeros especializados de gran envergadura, como los recordados Super Tanker B-747 e Ilyushin-76, sumando en total la capacidad de 116.000 litros -ambos presentes hace 6 años-, o los actuales Ten Tanker y Air Tanker MD-87 (próximo a llegar), que entre los 2 alcanzan 47.300 litros de capacidad.
En virtud de la utilidad de este tipo de aviones y los registros de incendios forestales en nuestro país, ¿qué se está esperando para adquirir un avión tipo Tanker? Muchos especialistas señalan lo cuantioso de la mantención, sin embargo, hace casi 80 años que Chile no participa en una guerra -cuando en 1945 la declaró a Japón- y aun así parece no escatimarse en equipamiento, vehículos militares y aeronaves del mismo tipo. Por su parte, bastaron solo 8 años para que a raíz de incendios forestales se destruyeran sobre 9.000 kilómetros cuadrados, lo equivalente a más de la mitad de la Región de O´Higgins. Incluso, la superficie afectada en estos últimos 14 días es mayor a toda la provincia de Santiago y sus 32 comunas, empero, pareciera no ser suficiente para tomar cartas en el asunto, o bien, la zona arrasada por las llamas no levanta igual interés como si lo mismo ocurriese en la Región Metropolitana.
Javier Osorio O.
Ex Vicepresidente Interno Federación de Estudiantes USS, sede Santiago
Estudiante de Derecho UAH