Ante una noticia en desarrollo no siempre la inmediatez que piden las redes sociales permite entregar la información completa o contar con todos los datos, lo que hace que sea normal que con el pasar de las horas la información pueda cambiar.
Por ejemplo hace poco más de un año, algunos videos y fotos que fueron puestos en twitter hablaban de que el templo de Pelequen era afectado por el fuego, finalmente el siniestro afectó a otras dependencias de la parroquia pero no causó daños en el añoso templo.
Pero al mismo tiempo que esto sucedía circuló por redes sociales una foto de una iglesia que se veía completamente consumida por las llamas, se decía que era el templo de Pelequen. Pero no, era una foto del incendio que en enero de 2011 afectó a una iglesia en Providencia.
No sabemos la intención de la primera persona que publico la foto, y que mucho compartieron sin siquiera cuestionarse el origen. Así se difunden las fake news, incluso algunos medios la reprodujeron en sus portales sin detenerse a comprobar fuentes. Ejemplos similares podemos encontrar por miles, lamentablemente no es muy difícil hallarlos.
Es que hoy más que nunca hay una gran cantidad de información rondando en las redes sociales, cada uno de nosotros tiene la capacidad de convertirse en medio y difundir todo tipo de hechos, pero al mismo tiempo que uno se transforma en medio debe asumir la responsabilidad de con un clik entregar cierto grado de legitimidad a “noticias” que pueden ser falsas.
Siempre cabe la duda de cuál será el origen de estas mentiras, de personas bienintencionadas que siguiendo el juego “del teléfono” van distorsionando el mensaje hasta transformarlo en algo completamente distinto, de otros que generan “como broma” estas informaciones falsas o de algo más siniestro, es decir una verdadera campaña del terror, que a través de rumores que buscan exacerbar la cierta – y muchas veces justificada- sensación de inseguridad o instalar mensajes a favor o en contra de determinada causa.
Lo cierto, es que este fenómeno que ha crecido de manera exponencial en el último tiempo ha traído como consecuencia que los medios tradicionales en sus versiones web nos hallamos convertido más que nunca en fuentes de credibilidad que le dan un respaldo de certidumbre a los hechos sobre los cuales la gente opina en redes sociales, especialmente si consideramos -por ejemplo- que más del 50% de las informaciones que circulan hoy en Chile a través de Facebook son noticias falsas, o fake news en su voz inglesa.