Dr. Mario Torres G.
Jefe de la Carrera de Medicina
Escuela de Salud
Universidad de O’Higgins
La Revista Sábado publicó este fin de semana una entrevista al polémico médico psiquiatra Otto Dörr, ganador del premio nacional de Medicina en el 2019 y también famoso por su antiguo apoyo a Colonia Dignidad. Uno pensaría que el Dr. Dörr podría hablar de las temáticas de su disciplina; medicina y psiquiatría. Pero esta entrevista se centró en temas de contingencia nacional y de política, temáticas en las cuales la postura del facultativo se resume en su frase: “La educación no autoritaria es lo peor que se ha inventado”.
Si bien me dedico a la educación médica desde hace más de una década, soy médico y no pedagogo, por lo tanto, dejaré el análisis de esa declaración para los académicos del área, que ya se han hecho un festín con la imprudencia de Dörr. Pero sí me hago la siguiente pregunta: ¿por qué suelen aparecer médicos que se creen líderes de opinión sólo por destacar dentro de sus limitadas disciplinas?
Esta interrogante me hace recordar una anécdota que suelo contar a los y las estudiantes de medicina dentro de su primer año en la carrera. Resulta que cuando yo era estudiante del primer semestre en la facultad me reuní con mis ex compañeros del colegio, todos universitarios de diferentes carreras muy alejadas de la medicina. En ese contexto ellos comenzaron una conversación sobre historia universal, quedando entrampados ya que no recordaban detalles de la caída de Constantinopla. Ante esa situación uno de mis camaradas dice “Mario debe saber, porque él estudia medicina”. En ese entonces yo nada sabía sobre el tema y ahora, motivado por este hecho, un poco sé al respecto, pero jamás tendría la audacia que tuvo el Dr. Dörr como para dar declaraciones en mi rol médico respecto de algo que nada tiene que ver con mi disciplina.
Cuando era un médico recién egresado, una amiga que es publicista me comentó que era muy fácil vender productos a los médicos. Yo, con el ego que solemos tener los médicos al recién egresar, le dije “obvio, es que si nos dan argumentos contundentes claro que compraremos un producto”. La explicación que me dio fue menos glamorosa: a los médicos les cuesta reconocer cuando no saben o no entienden algo, entonces es fácil venderles cualquier cosa.
El Dr. Dörr, dentro de esta entrevista, recuerda con nostalgia a su padre médico, lamentando que el paso del tiempo esté socavando los “valores” de la medicina. Pero lo cierto es que esa afirmación está asentada en una postura profundamente conservadora, que desconoce el empoderamiento de los pacientes, la multidisciplina y el uso de evidencia científica por sobre “el recto entender” del médico de turno; todos estos elementos que democratizan y mejoran la atención en salud y, al mismo tiempo, redistribuyen el poder que el médico ostentó por más de dos milenios de medicina hipocrática. La pérdida de este poder es lo que Dörr realmente resiente.
Cuando se piensa que una disciplina es la responsable exclusiva de la salud, la vida y la muerte de las personas, parece obvio que quien la ejerza será “el sabio de la tribu”, quien a todo dará respuesta. Aunque las preguntas sean sobre política, contingencia nacional o historia de Constantinopla.