Aún vivo, se encuentra en nuestras memorias, aquel sábado 27 de febrero del 2010, cuando a las 3:34 de la mañana (hora local), un terremoto con intensidad máxima de IX en la Escala modificada de Mercalli en la Región de Bio Bio y de magnitud 8,8 (Mw) con posterior tsunami, golpearon la zona central de nuestro país, abarcando desde la Región de Valparaíso hasta La Araucanía.
El terremoto afectó en más de 630 kms de nuestro territorio nacional, donde habita cerca del 80% de la población del país, dejando lamentablemente 521 personas fallecidas y 56 desaparecidos.
Este acontecimiento catastrófico es reconocido como un punto de inflexión en nuestra historia, donde las experiencias vividas nos han permitido, como país, obtener lecciones aprendidas, ocuparnos y avanzar para mejorar nuestra gobernanza en cuanto a la Gestión del Riesgo de Desastres, contar con una Política de Estado sobre cómo enfrentar esta temática, planes sectoriales, una planificación nacional, regional y hasta el nivel comunal sobre Reducción del Riesgo de Desastres y Emergencias, siendo un hito relevante la publicación de la Ley 21.364 que establece el Sistema Nacional de Prevención y Desastres (SINAPRED) y sustituye la antigua ONEMI por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED), con nuevas responsabilidades y atribuciones, especialmente en materias de prevención y preparación para la respuesta.
Han pasado 13 años desde que ocurrió este acontecimiento que marcó nuestras vidas y hoy las preguntas que nos hacemos son: ¿Será importante conmemorar o recordar los desastres que ha enfrentado Chile?, ¿Será importante traspasar de generación en generación la experiencia y conocimiento?. Pues bien, no debemos olvidarnos que vivimos en un país altamente expuesto a amenazas de origen natural como los sismos y tsunamis y la memoria histórica es una de las herramientas de prevención y educación que, a conciencia, nos permitirá estar preparados para enfrentar un acontecimiento de esta naturaleza, que a largo plazo, se reflejará en una mejor respuesta frente a una emergencia. En el caso de los niños de hoy, muchos de ellos no lo vivieron o no lo recuerdan.
Por lo tanto es importante como país contar con testimonios físicos, bibliográficos y simbólicos de los desastres que hemos sufrido, propios de nuestra memoria colectiva que nos define culturalmente y forja nuestra identidad como condición natural de nuestro país en relación a las amenazas naturales existentes que nos permitan tener mayor conocimiento de ellas y conciencia de los riesgos a los que estamos expuestos, recordándolos para estar siempre preparados y nunca dejando de tener presente que el olvido frena los aprendizajes y la transformación de comunidades vulnerables en comunidades resilientes.
“Prepararnos es tarea de todos”
Marcelo Montesinos De Ugarte
Director Regional del SENAPRED (Ex ONEMI)
Región del Lib. Gral. Bernardo O´Higgins.