Sucede en muchos , quizás miles, de hogares de Rancagua y otras localidades de la Región .
En muchos hogares es el primogénito el que se va . En otros es la niña querida y mimada orgullo de sus padres , también afecta a más de un adolescente .
Son los jóvenes que deben dejar la región para poder continuar estudios superiores en la capital, en Valparaíso, en Concepción, Talca , La Serena y otras ciudades del país que cuentan con universidades ya antiguas bien establecidas y prestigiosas.
Pololos que se separan, hermanos que dejan de verse, hijos que no volverán hasta las vacaciones de invierno …
Los jóvenes capitalinos o de grandes ciudades al salir del colegio solo cambian de establecimiento educacional, no tienen que conseguir una pensión incómoda, o asociarse con otros para arrendar un departamento compartiendo gastos . No tienen que aprender recorridos de buses ni estaciones de metro . Saben donde abastecerse y donde divertirse. Están en su propia ciudad.
Nuestros jóvenes deben ser adultos en marzo . Asumir en poco tiempo la carga emocional y económica que implica el cambio de residencia y convivir y competir con sus nuevos compañeros de estudios .
Quienes lo logran sobreviven al primer año y continúan sus estudios. Otros conocen del apoyo sicológico y de orientación que prestan las buenas universidades .
Mientras sus dormitorios los esperan en casa.
Ya están egresando las primeras generaciones de la Universidad Regional . Ellos apostaron por un proyecto nuevo que deberá ser juzgado por sus resultados con el paso del tiempo . Todos esperamos buenos resultados . Es un buen paso. Sin embargo la oferta es menos que la demanda regional y por lo tanto nuestra región seguirá “Exportando” a gran parte de lo mejor de nuestra juventud .
Alejandro González Pino
Director.