“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; “más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” San Mateo 6:9-15
El padrenuestro tiene una estructura cuidadosamente elaborada. En él no falta ni sobra una sola palabra. Y esto lo vemos especialmente en la petición relacionada con el perdón de nuestras deudas. Ninguna otra de las siete súplicas está tan relacionada con el anterior y posterior ruego.
Dos veces aparece en el Padrenuestro la conjunción “y” Una palabra que pudiera en sí misma no significar nada, sin embargo, tiene un profundo significado; esta conjunción “y” sirve para ligar dos palabras, dos frases, dos ideas con la que Jesús une y relaciona la petición que tiene que ver con el perdón de nuestras deudas a la petición del pan nuestro de cada día.
¿Qué significado tiene esta aparentemente insignificante “y” en el Padre nuestro, en medio de la cuarta y quinta peticiones? Es evidente que hay una intencionalidad expresa, por parte de Dios, al unir estos dos asuntos, pan y perdón, aparentemente dispares, pero, ambos tienen que ver con un mismo propósito: el sostén y el desarrollo de la vida del ser humano.
Tan necesario como es para nuestra vida física el pan diario, así también de vital y necesario debe ser el perdón para la vida del alma. Nuestra vida física (exterior) depende del pan y nuestra vida espiritual (interior) depende del perdón.
El ser humano no puede vivir sin alimentos materiales, pero tampoco puede vivir sin perdón. Sin pan y sin perdón el hombre se muere. Cada vez que la iglesia celebra la Santa Cena, Dios pone su mesa delante de nosotros, proclamando por medio de ella su oferta de pan y perdón para todos los hombres. Y esto gracias a que su Hijo Jesucristo entregó su vida hasta la muerte para darnos a nosotros vida eterna. ¿De qué vives usted? ¿Vive solo de pan material, de planes de futuro y de ilusiones? ¿Qué hay en su vida del perdón divino? Muchos viven sólo de pan. Y viven solo de pan porque es la única hambre que sienten.
¿Por qué es tan difícil perdonar? ¿Tenemos un espíritu no perdonador?
Estamos dentro de un contexto y pensamiento social vengativo en donde el ser humano, no olvida y quiere hacer justicia por sus propias manos “Del que me la hace, me la Paga” “ojo por ojo, diente por diente”
De acuerdo con la medicina, las culpas, las deudas no perdonadas, pueden tener consecuencias negativas en nuestra salud. La culpa puede producir también daño emocional psicológico negativo en el alma, en lo anímico, en el sistema nervioso: depresiones, neurosis, obsesiones, que pueden conducir incluso al suicidio.
La disposición divina de perdonarnos, demanda nuestra disposición personal también de perdonar a otros.
El Evangelio de Mateo resalta de manera especial este aspecto del perdón al colocar inmediatamente detrás del Padrenuestro las severas palabras de Jesús que dicen: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14-15).
Pastor: Alejandro H. Cabrera C.