“Un Ave María al día, una moneda al mes”, ese era el compromiso de cada niño que se sumaba a la entonces llamada Santa Infancia. Comenzó un 19 de mayo de 1843, convirtiéndose en la primera institución a nivel internacional centrada en la ayuda a la Infancia.
Fue hace 180 años cuando un obispo misionero francés, monseñor Charles de Forbin-Janson, puso en marcha esta Obra. Los misioneros no dejaban de enviar noticias desde China, sobre la situación de los niños en aquel país. Las historias eran conmovedoras y antes de poner en marcha la Obra pidió consejo a la beata Pauline Jaricot, fundadora de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, el Domund. El encuentro iluminó a Mons. Forbin-Janson, quien tuvo la idea de adaptar la fundación de Pauline a los niños e implicarles para que ellos, a través de la oración y la colaboración material, pudieran ayudar a sus coetáneos chinos. “Un Ave María al día, una moneda al mes”, ese era el compromiso de cada niño. Así nació la Obra de la Infancia Misionera, un 19 de mayo de 1843.
En aquella época, e incluso hoy, convertir a los niños en protagonistas de la misión y de la vida de la Iglesia fue una idea revolucionaria. En poco tiempo, muchos países se sumaron a la iniciativa nacida en Francia. El 3 de mayo de 1922, el Papa Pío XI, reconociendo la contribución de la Obra durante los anteriores ochenta años, la hizo suya, reconociéndola como Pontificia. El 4 de diciembre de 1950, el Papa Pío XII instituía la Jornada Mundial de la Santa Infancia, declarando fecha de celebración el día de la Epifanía, pero dando libertad a cada país para que adaptase la fecha a las exigencias locales, como ocurre en España, donde se celebra el segundo domingo del Tiempo Ordinario.
Fiel a su “vocación” inicial la Obra Pontificia de Infancia Misionera lleva 180 años dedicada a formar a los niños en la universalidad de la misión y en la necesidad de dar a conocer el amor de Jesús; iniciarles en el desprendimiento y la generosidad; llamar la atención sobre los niños que sufren, el hambre y las deficientes condiciones sanitarias y de salud, las carencias educativas, las situaciones de guerra y conflictos armados, la esclavitud laboral, el abandono social, la explotación sexual…
La hermana Roberta Tremarelli, AMSS, secretaria general de Infancia Misionera en Roma, ha enviado un mensaje, con motivo de este aniversario. En él reconoce que podemos alegrarnos de los muchos frutos que ha dado esta Obra pero, al mismo tiempo, “estamos llamados a continuar, a perseverar en la oración, en el testimonio, en la ofrenda, para que todos los niños tengan la oportunidad de conocer a Jesús”.