Por Merly Blanco, Business Development Manager de Laboratoria en Chile
El 13 de septiembre se conmemora el Día del Programador y la Programadora, una profesión que desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad moderna permitiendo la creación de sistemas, herramientas y plataformas digitales que impactan en áreas tan relevantes como la investigación científica, salud, educación, economía y mucho más. Sin embargo, según un estudio global del portal estadístico Statista, esta disciplina adolece de una brecha de género particularmente alta, donde el 92% de los puestos laborales son ocupados por hombres. Esto deja un margen mínimo para la participación de las mujeres, quienes son fundamentales para la creación de tecnologías no sesgadas que respondan a las necesidades de una gran variedad de usuarios.
Con la llegada de la Inteligencia Artificial, la participación de mujeres en el desarrollo de tecnologías se hace cada vez más importante. Excluir a las mujeres de la programación limita la innovación y desaprovecha talentos necesarios que se encuentran subutilizados, especialmente en América Latina, donde se requerirán 1,2 millones de desarrolladores de software para satisfacer la demanda de empleo para el año 2025 (Banco Interamericano de Desarrollo).
En el mundo del software, los desarrolladores pueden hoy construir aplicaciones con la ayuda de un copiloto inteligente de manera significativamente más rápida. ¿Quiere esto decir que no necesitaremos más desarrolladores de software? No, pero sin duda quiere decir que debemos contar con más mujeres tras esta tecnología y una formación de los y las profesionales con nuevas habilidades para construir apoyándose en la inteligencia artificial.
La nueva era informática nos invita a dejar de limitar nuestras expectativas y a concretar sueños que antes parecían imposibles. La educación en inteligencia artificial para las mujeres nos permitirá avanzar rápidamente hacia un sector tecnológico más equitativo, donde la diversidad conduzca a una toma de decisiones más sólidas y equilibradas para abordar los problemas globales más urgentes.