(Extracto del Libro Rancagua en La Historia de Héctor González Valenzuela)
Pronto comenzaron a llegar a Rancagua, por diversos conductos, las más sorprendentes noticias de los graves acontecimientos que se estaban desarrollando en la capital del Reino.
El Gobernador hispano García Carrasco había sido obligado a renunciar, sucediéndole el anciano y respetado Conde de la Conquista don Mateo de Toro y Zambrano, personaje muy conocido en Rancagua porque sus grandes posesiones (la antigua Hacienda de La Compañía de los Jesuitas) llegaban hasta los límites mismos del pueblo.
Durante dos meses se notaron en la villa signos evidentes de que algo grande se estaba preparando.
Emisarios secretos venidos de Santiago sostuvieron misteriosas entrevistas con algunos de los más connotados y pudientes vecinos de la villa.
El Cabildo Abierto
En septiembre los rancagüinos se impusieron de la convocatoria en la capital a un Cabildo Abierto para tratar sobre la situación del Reyno. Las Milicias de Rancagua fueron llamadas a mediados de mes para reforzar a los cuerpos armados de la capital manteniendo el orden el día 18, señalado para el Cabildo.
Hay testimonio de que los vecinos de Rancagua don Fernando, don Francisco Javier y don Isidro Errázuriz y Aldunate estuvieron presentes en el famoso Cabildo, como así mismo los hermanos Francisco Egidio y José Ignacio de la Cuadra y Armijo, también vecinos de Rancagua.
La gran noticia
La noticia de la realización del Cabildo y de sus acuerdos e instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno llegó a Rancagua dos días más tarde, el 20 de septiembre. Ese día arribaron a la villa los miembros de una comisión oficial que presidían don José María de la Rosa y don Anselmo de la Cruz, que traían una copia del Acta de la Junta de Gobierno, la que fue dada a conocer a las autoridades y principales vecinos.
Un gran regocijo se manifestó en todas partes, mientras se hacían las más diversas conjeturas sobre el significado que tendría para el Reino la creación de la Junta destinada a gobernarlo mientras se prolongaba la prisión del Rey don Fernando VII en Europa.
Como era natural, hubo opiniones diversas entre los rancagüinos. Muchos demostraban abiertamente su felicidad por el paso que se había dado, mientras algunos no podían ocultar sus reticencias.
Reconocimiento de Rancagua
Los miembros de la Comisión se pusieron de acuerdo con las autoridades y vecinos para fijar para el día 25 la convocatoria al Cabildo y vecindario principal, a fin de que presentaran su adhesión a la Junta.
En la solemne reunión don José María de la Rosa dio a conocer el texto del acta y constitución de la Junta, ante el Subdelegado don Pedro de los Alamos y Arcaya, los jefes de las milicias y, en especial los miembros del Cabildo, el cura don José Antonio Rodríguez y otros sacerdotes y vecinos.
Estando de acuerdo, se dio por aprobada la adhesión a la Junta Gubernativa que presidía don Mateo de Toro y Zambrano y se levantó un acta de todo lo obrado ante el escribano don Mariano Loyola.
En San Fernando
La Comisión que traía el encargo de dar a conocer a todos los pueblos la constitución de la Junta, cumplida su misión en Santa Cruz de Triana, prosiguió su camino hacia el sur, mientras en la villa se realizaban festejos populares para que el pueblo participara en el regocijo general.
Excepcionalmente se distinguió San Fernando por las grandes fiestas con que se recibió la noticia de la instalación de la Junta y que se prolongaron por tres días. Cabe recordar que uno de los secretarios de la primera Junta Nacional de Gobierno era el vecino de San Fernando don Gregorio Argomedo.
Grandes cambios
Pronto Rancagua y los demás pueblos iban a conocer nuevas consecuencias de los hechos ocurridos el 18 de septiembre. Una a una llegaban hasta la villa las noticias de las reformas que decretaba la Junta. Una de las que causó mayores alegrías fue la que suprimió las “subdelegaciones”, forma de Gobierno que había llegado a ser odiosa. El Gobierno político de los pueblos fue conferido a los “alcaldes de primera elección”, que más tarde serían reemplazados por los gobernadores departamental