Cuando Jesús enseña a sus discípulos a orar, les hablo del “El pan nuestro de cada día”.
Cuando oramos y le pedimos a Dios “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” estamos reconociendo que Dios es nuestro sustentador y proveedor, que no dependemos de nosotros mismos, sino de Dios, pues El nos conoce y sabe lo que necesitamos.
En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo recibía el maná en el desierto, ese alimento también era “el pan nuestro de cada día”. El pan era para el día, por lo tanto, quedaba prohibido almacenar el “mana” pan, pues era un producto perecedero pues si alguien lo almacenaba se les descomponía y al otro día aparecía lleno de gusanos.
El “mana” se describe, según la cita Bíblica del libro de Éxodo 16:14 como «una cosa delgada, como copos, menuda, como la escarcha sobre la tierra». Y también como «como la semilla del cilantro, [pero] blanco, y su sabor era como de hojuelas con miel» Éxodo 16:31.
La petición del “pan” adquiere un sentido no individualista sino comunitario. No pido “mi pan” sino “nuestro pan”, el que a todos cada día nos hace falta.
Este sentido solidario de preocupación por las necesidades de cada cual se encuentra en el corazón mismo del mensaje del evangelio del reino. Porque el pan para mí puede significar algo material, pero el pan para mi prójimo que lo necesita se convierte en algo espiritual.
En el santo evangelio según San Juan “Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35
Jesucristo siempre expresó a sus discípulos y seguidores que él era el pan de la vida y el que siguiera sus enseñanzas nunca tendría hambre, por esta razón, se dice que Jesús cuando realizó el milagro de la multiplicación de los panes lo comparó con el maná caído del cielo que Dios mandó al pueblo de Israel.
En la actualidad, el hombre se pregunta qué es el maná y la respuesta es que este, fue una respuesta a esos momentos difíciles que vivió el pueblo de Israel y que a su vez se asemeja a esos momentos difíciles que se tienen cuando a un problema, en nuestros días usted no le encuentra solución alguna, por lo tanto, se le debe dejar en manos de Dios y pedir su ayuda. Jesús nos ha enseñado a orar: “Danos hoy el pan nuestro de cada día”. No el de mañana, ni el de la próxima semana incluso El, nos prohíbe afanarnos por el día de mañana que no ha llegado.
Jesús nos ha enseñado a orar: “Danos hoy el pan nuestro de cada día”.
Cada día debo tener la seguridad que el Dios que suplió ayer, lo hará hoy. La promesa bíblica esta vigente: “No he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendiga pan” Sal. 37:25. Jesucristo es aquel “maná” el pan nuestro de cada día. Satisfaga con él, el hambre de hoy. Él es el “pan de vida”. Venga a él y sacie su hambre hoy.
Pastor: Alejandro H. Cabrera C.