La opinión de Manuel Polgatiz
Periodista y comentarista deportivo
Si no es una cosa, es otra. Si no es el mal juego, son los errores arbitrales. Si no es clima, son las palomas que vuelan libres al viento. Entre esas paradojas que da la vida y el deporte, escabulle la “Celeste”.
De estar a solo un juego de meterse en los seis primeros de la tabla, otra vez está en la pelea por no caer en desgracia (descenso). Así, como las tóxicas historias de amor que van y vienen sin control, O’Higgins presume, públicamente, de su inestabilidad emocional y espiritual.
Este equipo mal conformado desde la mezquindad dirigencial, tiene abrazado el dolor en su alma. No juega para desarrollarse y ser feliz, solo contempla momentos fugaces que destellan en el horizonte.
No ha podido sostener su propio ritmo para avanzar sobre lagunas espesas, impuestas por rendimientos irregulares de sus protagonistas más importantes. Es que el sufrimiento ya es una constante y los objetivos cada día más distantes.
Este fin de semana habrá otra oportunidad para arrimarse o quedarse pegado con los que huelen a potrero. En horario de pre misa y ante una hinchada exuberante, los “Celestes” están obligados a ganar y desplegarse.