Por Rodrigo Molina Salgado
Coordinador de Matemáticas, E-Learning y Talleres de Desarrollo Personal
IP-CFT Santo Tomás, sede Rancagua
¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir: «yo no soy bueno para las matemáticas»? O quizás, más de alguna vez escuchaste decir: “Yo nunca fui bueno para matemáticas, a mi hijo no le puedo exigir que lo sea”. Probablemente, tú mismo lo has dicho. Las actitudes negativas hacia las matemáticas son comunes y los expertos advierten que son más perjudiciales de lo que pensamos. Cuando un padre le dice a su hijo: «nunca me fue bien en matemáticas», puede estar contribuyendo a que él sienta lo mismo. Comentarios casuales como ése tienden a normalizar posiciones adversas frente a esta ciencia.
Si bien la habilidad numérica precisa de habilidades como sumar y multiplicar, las matemáticas no son sólo eso, sino son acerca de la resolución de problemas. Si llegaste a tiempo al trabajo hoy, si llevaste café a tus colegas o si estás decidiendo qué comprar de almuerzo, todo eso requiere de pensamiento lateral… en otras palabras, matemáticas.
La importancia del pensamiento lateral
Las matemáticas son más que números y ecuaciones. Son herramientas que utilizamos en nuestra vida diaria, a menudo sin siquiera reconocerlo. Si has llegado puntualmente a una cita, has estimado cuánto tiempo te llevará llegar. Si has compartido tu comida con un amigo, has resuelto un problema de división. En resumen, las matemáticas son una parte integral de cómo entendemos y navegamos por el mundo. Lamentablemente, a muchos de los docentes, nos cuesta encantar a nuestros estudiantes y así poder “mostrar” el pensamiento lateral, consiguiendo en el aula sólo resolución de problemas “abstractos” que, a nuestras alumnas y alumnos, les ayudará a conocer los conceptos matemáticos, establecer patrones y relaciones, generar pensamiento lógico y mejorar su capacidad matemática creativa, no obstante es de vital importancia fomentar la conexión, relacionando los problemas abstractos con ejemplos prácticos, concretos y de contexto significativo, aumentando la motivación y comprensión.
¿Hay un gen de las matemáticas?
En 2011, un estudio realizado por la Universidad John Hopkins en Illinois, Estados Unidos, encontró que a los niños que tenían un sentido numérico altamente desarrollado – la habilidad de estimar números – también les iba bien en las pruebas de matemáticas. Los investigadores indicaron que eso significaba que la capacidad de manejar números podía ser innata.
Cuando Albert Einstein murió en 1955, su cerebro fue preservado para futuros estudios científicos. ¿Era su cerebro la razón de su genialidad?
Durante los años siguientes, varios científicos lo estudiaron y, aunque sus resultados a veces han sido controvertidos, muchos aseguran que «el cerebro de Einstein era diferente a los demás». Un estudio reciente, hecho por científicos de la Universidad del Estado de Florida, encontró que Einstein tenía una «corteza prefrontal extraordinaria», que pudo haber contribuido a que tuviera tales capacidades. Sin embargo, los expertos generalmente están de acuerdo en que tanto lo innato como lo adquirido juegan un rol importante cuando se trata de las matemáticas.
Factores como la vida familiar, la educación e incluso las privaciones influyen en nuestras posibilidades de dominar esta ciencia.
La clave: valentía y mentalidad de desarrollo
Para Toby Bailey, de la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Edimburgo, es vital que la gente deje a un lado la creencia de que se es bueno o malo para las matemáticas, y que adopte una «mentalidad de desarrollo» – a menudo es usual en los países del sureste asiático – según la cual, si uno trabaja, seguramente mejora. El gran problema con esta ansiedad es que la gente se da por vencida. Su mente les dice que no pueden hacerlo y el miedo hace que no insistan.
En el fondo, todos somos matemáticos. Muchos empleos dependen de ello. Por ejemplo, quizás no asocies la enfermería con las matemáticas, pero cuando se están administrando medicinas, un error en un punto decimal puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Un músico también utiliza las matemáticas, el ritmo y tiempo, armonía y acordes, escalas y tonos, frecuencia, longitud de onda, incluso el procesamiento de grabación, mezcla y la afinación de instrumentos requieren matemáticas. La realidad es que usamos las matemáticas a diario. Para navegar en el mundo, tenemos que entender los números y poder calcular los riesgos.