- Psicóloga y docente de Santo Tomás Rancagua entrega estrategias para el autoconocimiento que van en directo beneficio de nuestro bienestar emocional.
“En un mundo en el que aparentemente predomina la razón, la emoción se encuentra en el origen de muchas de nuestras enfermedades y de la gran mayoría de las dificultades en la relación con los demás, el mundo y yo”. La frase anterior, del doctor Karmelo Biskarra, hace referencia a la importancia de las emociones en nuestras vidas, a tomar conciencia que los estados emocionales se relacionan con la salud y con el bienestar, entendiendo bienestar como estar-bien, sentirse bien, tanto física y emocionalmente.
Pero ¿cómo logramos nuestro bienestar emocional? Julia Soto González, psicóloga y docente de las carreras el área Educación en Santo Tomás Rancagua explica que esto se logra a través del autoconocimiento: “El proceso de conocerse a uno mismo está totalmente relacionado con el desarrollo personal, con la capacidad de introspección que tiene una persona de reconocerse como individuo y también para diferenciarse de los demás”.
“Los tiempos actuales de confinamiento han venido a demostrar la importancia del autoconocimiento, ya que encontramos niños y adolescentes que no saben cómo expresar lo que sienten, lo que les sucede, generando ansiedad, angustia, aburrimiento, desesperanza, miedo, incertidumbre y desmotivación”, explica la psicóloga.
Existen diversas estrategias para poder ir desarrollando el autoconocimiento, y la experta nos indica dos de ellas, para las cuales sólo necesitamos una hoja y un lápiz. “Los motivo a dejar 10 minutos de este día y poder realizar una de estas actividades, la mejor inversión de nuestra vida, somos nosotros mismos”, invita la académica.
La primera es la auto y co-evaluación de la inteligencia emocional. Es fundamental comprender que todo proceso de desarrollo personal se debe partir del conocimiento profundo sobre sí mismo, lo cual implica desarrollar la atención consciente y la reflexión. Para realizar esta actividad se pueden responder las siguientes preguntas:
- ¿Cómo me veo a mí mismo en el manejo de mis emociones? Esta pregunta se podría responder realizando lo siguiente: Si tuvieras un espejo en el cual puedes verte en un día común, tomando en cuenta como has reaccionado a los acontecimientos de ese día en particular ¿cuáles serían las emociones que más te identifican? Escríbelas.
- ¿Cómo valoro mis habilidades emocionales en las relaciones con las otras personas? Para responder a esta pregunta se puede escribir un listado con ocho fortalezas o características positivas que poseo.
- ¿Cómo me ve mi familia en el manejo de mis emociones y en las relaciones sociales? Para esto se puede pedir la opinión a los miembros del grupo familiar, si no se pregunta de manera directa, se puede realizar como una actividad familiar, escribiendo las preguntas en una hoja, por ejemplo: una pregunta a los padres, hermanos, abuelos, etc., preguntas como ¿Creen que expreso y manejo mis emociones? ¿cómo me relaciono con los demás?
- ¿Cómo me ven mis amigos en el manejo de mis emociones y en las relaciones sociales? Para esto preguntamos a nuestros amigos, siguiendo las preguntas del punto anterior.
Estas preguntas nos ayudarán a conocer desde el ámbito individual, familiar y social, la percepción que tenemos y tienen de nosotros en estos aspectos. Esta actividad es muy valiosa, ya que estamos acostumbrados a identificar lo negativo de nosotros, más que lo positivo como nuestras fortalezas.
Julia Soto de Santo Tomás Rancagua sugiere una segunda actividad: la bitácora emocional. “Desde un enfoque narrativo se debe tomar en cuenta que cada vida, cada experiencia es una historia. Ésta es una estrategia que consiste en registrar nuestras emociones en un papel, computador u otro medio”, señala la académica y explica que ayuda a reflexionar, a recordar situaciones vivenciales, a tomar conciencia de nuestras sensaciones e identificar nuestras emociones. Entre las actividades recomendadas están oír una canción y poner atención a cómo reacciona nuestro cuerpo, hacer un ejercicio de respiración, de visualización o la reflexión.