No es primera vez que escribimos de este tema, de hecho, este editorial es prácticamente igual a otro publicado hace casi un año, más específicamente el 4 de febrero de 2022.
Es que nuevamente han quedado al descubierto las debilidades del sistema y la crónica falta de móviles que afecta a nuestra región, esto ya que varias de las ambulancias están fuera de servicio por problemas mecánicos. Pero en realidad este no es el problema principal y las respuestas no deben ir por este camino. Aunque todos los vehículos del SAMU regional estén completamente operativos, igualmente no son suficientes para la demanda de atención que tiene nuestra comunidad.
En Graneros hay solo una, 3 en Rancagua, 2 en Rengo, 1 en San Vicente, 1 en Peumo, 2 en San Fernando, 1 en Chimbarongo, 2 en Santa Cruz y 1 en Pichilemu, totalizando 14 ambulancias de este servicio en nuestra región, de ellos solo 6 son ambulancias avanzadas. Es decir, equipadas y tripuladas con la capacidad de responder ante emergencias complejas, por eso además de responder a situaciones que ocurren a diario en nuestras calles parte de estos móviles deben realizar traslados de pacientes graves entre distintos hospitales.
Cabe consignar -eso sí- que, a las 14 ambulancias del SAMU, podríamos sumar los móviles de traslado que poseen consultorios u hospitales, los que, pese a ser precisamente pensados en traslados muchas veces deben responder también ante emergencias, pero no necesariamente tienen el equipo, la preparación o al menos la experiencia que tienen quienes a diario están en las calles.
Es evidente que la actual flota regional no alcanza, tomemos en cuenta que solo en un accidente de tránsito de automóviles, con dos conductores lesionados ya se ocupan dos móviles. Problema mayor si el accidente involucra pasajeros o algún bus, mientras al mismo tiempo una persona -por ejemplo- podría estar sufriendo un infarto en el otro extremo de la ciudad y si es que tenemos la suerte de estar en una comuna con una base SAMU, sino la respuesta la entregan los móviles básicos de los consultorios, los que ya advertíamos no siempre tienen el equipo que se requiere.
Así las cosas, no es difícil encontrar testimonios de personas que han llamado al 131 y que han recibido como respuesta el que no hay móviles disponibles, o peor aún de lesionados, por ejemplo, por caídas a nivel, que en primera instancia han sido atendidos por bomberos pese a que este servicio no corresponde exactamente a la institución voluntaria al no haber un rescate involucrado. Pero es necesario apoyar al SAMU.
No cuestionamos la entrega ni el profesionalismo de todos quienes laboran en este esencial servicio, que tantas vidas han salvado con los recursos que poseen. Sino al revés, decimos que necesitamos más de ellos, más SAMU que resguarde nuestras vidas.
Cuesta entender esta situación especialmente por los millonarios recursos que el CORE ha aprobado para la compra de ambulancias, pero la gran mayoría de estos móviles han sido hasta el momento destinados a hospitales o centro de atención primaria y no son móviles avanzados como son los que se necesitan para este vital servicio de urgencia. De hecho ya hay aprobado un proyecto para la compra de ambulancias, de ellas 9 serán para el SAMU pero son solo para reponer moviles que ya cumplieron su vida útil, lejos de cualquier opción de aumentar la flota actual.
El problema finalmente es político y difícilmente se podrá resolver en el nivel regional, es que no solo son necesarios los vehículos, inversión para la cual la región tiene recursos, sino que también se necesita personal capacitado para manejarlas y darles vida, esto en un escenario donde los recursos son escasos y donde la resolución de las listas de espera también apremia.
No debemos olvidar que para poder atender y curar a un paciente primero es necesario que llegue vivo al Hospital y estos operarios deben salir legalmente del presupuesto del Ministerio de Salud. Otra complejidad con que hoy se enfrentan es la falta de cupos para estas contrataciones, y la gran cantidad de funcionarios que se encuentran con licencia médica. Entonces la solución o parte de ella podría estar entonces en un cambio de la normativa que podría permitir a la región bajo ciertas condiciones financiar al menos parte de este necesario recurso humano. Es decir, una verdadera descentralización que permita a la región poner sus recursos donde se necesitan y o donde se le permite. En este sentido son los parlamentarios quienes tienen la palabra y también el Servicio de Salud que nada dice sobre este evidente problema. No por no emitir comentarios los problemas dejan de existir, y si los mismos no se hacen parte de la agenda, y no se discuten difícilmente podrán ser resueltos. En ese sentido no entendemos el “no comentaremos sobre la situación” con que el Servicio de Salud de O´Higgins respondió ante nuestras preguntas, misma respuesta que recibimos en febrero de este año y que claramente no ha significado una mejora en la situación.
¿O será que la falta de un director titular inhibe a sus autoridades actuales a entrar en debates que si bien son técnicos tienen un alto componente político? . Como si la salud no fuese finalmente también una política pública.
Luis Fernando González V
Sub Director.