El Servicio de Urgencia del Hospital Regional atiende un promedio de dos extranjeros al día.
Flor Vásquez Gómez
El fenómeno de la llegada a Chile de gran cantidad de inmigrantes también ha planteado desafíos al sector salud, especialmente a los consultorios y hospitales públicos, que son los centros en los que mayoritariamente consultan los extranjeros. El tema ha cobrado tanta importancia que a fines de octubre, el Ministerio de Salud lanzó la Política de Salud del Migrante, que entre otros objetivos busca disminuir las barreras de acceso a la atención.
El Servicio de Urgencia del Hospital Regional está atendiendo un promedio diario de dos inmigrantes, de diversas nacionalidades. En general, los motivos de consulta son similares a los de la población chilena, pero también hay casos distintos, por ejemplo patologías en que influyen factores de riesgo más frecuentes en la raza negra.
La atención de los haitianos –que han llegado en gran cantidad a la región- implica una dificultad adicional por la barrera del idioma, ya que son pocos los que hablan español y en su mayoría hablan francés o la lengua criolla de Haití, el créole. Para enfrentar este problema, en algunos centros asistenciales se cuenta con un “facilitador” o intérprete. Además, se han elaborado algunas guías con preguntas en créole y en el Hospital Regional hay un médico haitiano al que se recurre en ocasiones .
“A NADIE SE NIEGA LA ATENCION”
El jefe del Servicio de Urgencia del Hospital Regional, Jorge Soto, subrayó que “la atención de urgencia no se le niega a nadie. Cualquier persona que llega acá, independiente de su situación legal -eso no nos compete a nosotros- será atendida”.
Indicó que en el último tiempo “claramente la población extranjera ha ido aumentando, de distintas nacionalidades. Lo que ha aumentado más son los venezolanos y los haitianos. Con la población venezolana no hay problema porque hablan el mismo idioma que nosotros, pero sí tenemos dificultades con la población haitiana, porque no hablan español. Y es una población que cada día consulta más, se ha visto un aumento progresivo del número de pacientes que llegan acá”.
Agregó que “los motivos de consulta son similares a la población general, por ejemplo dolor abdominal. La dificultad se genera en cómo nos comunicamos con los pacientes haitianos. El Servicio de Salud nos entregó una lista de traductores y también se elaboró un manual de créole para intentar comunicarnos con los pacientes. Y cuando lo requerimos, pedimos que venga a Urgencia el médico haitiano que está realizando la especialidad de Medicina Interna en este hospital”.
Respecto de si recuerda algún caso especial relacionado con los inmigrantes, el doctor Soto señaló que hay uno que le llamó la atención, “pero por la severidad más que por otra cosa. Un paciente haitiano de 30 años que tenía un síndrome aórtico agudo, que no es algo muy habitual. Lo que sabemos es que la raza negra tiene una incidencia de hipertensión que es más alta y más severa. Es raro ver a alguien de 30 años con un síndrome aórtico agudo; el paciente fue derivado al Hospital San Juan de Dios y se le realizó una cirugía vascular, hubo que ponerle prótesis en toda la aorta”.
En cuanto a si los inmigrantes consultan por enfermedades muy distintas a las de los chilenos, indicó que “hasta ahora los motivos de consulta y los diagnósticos no han variado mucho. Sin embargo, hay enfermedades que se ven en la población negra que a nosotros no nos han tocado; por ejemplo, supe que en Santa Cruz hubo un caso de anemia fasciforme (en que el cuerpo produce glóbulos rojos con forma anormal)”.
El doctor Jorge Soto piensa que ante esta nueva realidad de aumento de la población migrante las autoridades de Salud deberían considerar el capacitar a los médicos en las patologías que pueden presentar. “Por ejemplo, ellos (los inmigrantes provenientes de ciertos países) tienen enfermedades tropicales que nosotros estudiamos muy por encima y que no hemos tenido muchas ocasiones de verlas. Obviamente, hasta hace cinco años esto no era un tema, pero ahora sí. Debería haber una capacitación del personal médico en estas materias”.
CASOS QUE CONMUEVEN
La jefa de Pediatría del Hospital Regional, doctora Heidy Leiva, señaló que ese servicio recibe también niños de familias inmigrantes y el personal debe relacionarse y comunicarse con los padres. “Con los inmigrantes que hablan español, como colombianos y venezolanos, en general no hay mayores problemas; se trata de conocer un poco la cultura y entenderse con la familia, entender sus términos y costumbres”.
Agregó que se presentan dificultades con los haitianos porque la mayoría no habla español. “En Haití la gente que tiene posibilidad de estudiar habla francés y el resto habla la lengua criolla, kreol, créole o creol. Cuando los padres de los niños hablan francés podemos buscar apoyo en los colegas que hablan francés, en el hospital hay una cardióloga y algunos cirujanos que hablan bien ese idioma. Además, podemos pedir ayuda a un médico haitiano”.
Añadió que para “la conversación diaria recibimos de otros servicios algunas frases en créole relacionadas con los niños, para preguntar a las mamás. Si no hablamos, le mostramos la frase escrita, si tuvo fiebre, si es alérgico a algún medicamento y otras preguntas”.
Respecto a casos de pacientes inmigrantes que la hayan impactado, la doctora señaló: “Lo que es golpeador es ver algunas condiciones de pobreza. Los pobres chilenos tienen una red de apoyo, los haitianos no”.
Uno de los casos que la ha conmovido es el de un niño haitiano de tres meses de edad que está internado en la UCI Pediátrica. El papá trabaja en Litueche y la mamá está sola en Rancagua; vive en una casa de acogida y no tiene recursos para almorzar ni para movilizarse. “Llega acá en la mañana y se va a las seis de la tarde. Está ella sola con su pena; tener un hijo en la UCI es súper angustiante y ella no tiene con quién compartir ese dolor”.
Algunos médicos de Pediatría la invitan a almorzar y la están ayudando a encontrar un trabajo. También, se intentará ayudar a su esposo a trasladarse a Rancagua, ya que la condición del niño hace necesario que su familia esté en la ciudad. El pequeño tiene un daño neurológico y va a necesitar rehabilitación. Mientras el pequeño lucha por su vida, su madre espera con angustia un milagro y llora en silencio la pena de ver a su hijo gravemente enfermo.