La pandemia dio una tregua importante en el país y eso se reflejó en la gran cantidad de fieles que llegaron este 08 de diciembre hasta el Santuario de Puquillay, comuna de Nancagua. En comparación al año 2021, donde apreció una menor cantidad de peregrinos, la postal este jueves fue totalmente lo contrario. Día caluroso, pero eso no fue impedimento para que desde temprano los devotos de la Virgen llegaran hasta el pueblo de Puquillay, para luego subir el encumbrado cerro, camino de tierra y pedregoso que para muchos es una especie de sacrifico que se debe hacer para agradecer a la Virgen.
No en vano muchos suben descalzos, con la dificultad que ello significa, así como en la ruta también es común ver a muchos adultos mayores, a quienes sin importarles lo encumbrado del camino, llegan hasta el santuario donde agradecen, piden y participan de las misas que este jueves se desarrollaron durante todo el día.
Cada año hasta Puquillay los peregrinos llegan provenientes desde diferentes puntos de la región y el país. Es por ello que conversamos con algunos de ellos para que nos contaran su experiencia y las razones que los llevan a ascender hasta el Santuario. Una de ellas fue María Eugenia Sepúlveda, quien llegó desde Santiago a Puquillay. Su vínculo con Nancagua se basa en que su padre nació en la zona, pero hace más de 50 él se mudó a la Región Metropolitana. Pese a ello siempre visita Nancagua, en especial el santuario. Hace diez años que no lo visitaba, pero asegura haber quedado asombrada con los avances, los cambios positivos, el orden, no dudando en felicitar a quienes lo mantienen, ya que asegura que se ve que le colocan mucho empeño.
Por su parte, Catalina Concha, que cada año llega desde Chépica al santuario, junto a un grupo de amigos llegaron a pagar una manda, asegurando que se trata de una tradición que se debe mantener, compromiso que espera mantener en los próximos años.
Miguel Peña junto a sus hijos llegó desde Santa Cruz, el que aseguró que si bien el ascenso es complicado, todo esfuerzo tiene su recompensa. Todos los años llega al santuario, pese a que dice que gracias a Dios no tiene mandas que pagar. Su arribo al lugar es más bien por un gusto personal.
Para Fermín Lizana, proveniente de San Fernando, llegar todos los años al lugar cuesta, ya que sube y baja descalzo, creyendo que es muy bonito que se conserven estas tradiciones, la que para muchos es un sacrificio, pero que lo vale.