Nadie quiere en el patio de su casa una planta de tratamiento de aguas servidas, de residuos domiciliarios, o en este caso, un criadero de cerdos. Lo cierto es, que son industrias necesarias en los tiempos que vivimos.
Por ello, el estado debe garantizar que éstas y otras actividades que contaminan el medio ambiente se ubiquen en territorios donde causen el menor impacto, y que sus dueños operen responsablemente sus industrias y que existan medidas de mitigación efectivas.
Lamentablemente, no es lo que ocurre con la Planta Criadora de Cerdos de MaxAgro. Si bien cuenta con una autorización formal para su funcionamiento, hemos leído en El Rancagüino de estos días, que CODEPRA, que es una Corporación que vela por el Desarrollo y Protección del Lago Rapel, solicitó formalmente la invalidación del documento que le permite funcionar.
Ahora sabemos que en una votación dividida, ayer se resolvió rechazar esa solicitud, dejando a la empresa en condiciones de continuar con su proyecto.
Más de alguien podría pensar que su ubicación no afecta grandes centros poblados, pero quiero llevarles a la siguiente reflexión…
¿Es razonable instalar una industria que requiere gran cantidad de agua en una zona donde el vital elemento escasea? ¿Podemos relevar el desarrollo económico, en tiempos de crisis, por sobre el bienestar de las personas de La Estrella, Litueche, Marchigüe y Las Cabras? ¿Hemos dimensionado el impacto económico que tendrá sobre el turismo ligado al Lago Rapel? ¿Será menor que el que se hubiera generado si se hubiera aceptado la propuesta de CODEPRA?
Creo que este debate Medio Ambiente v/s Crecimiento Económico está en pleno desarrollo, y el Estado debe velar por proteger al más importante de todo: la persona.
Todos somos actores de este proceso. Debemos hacernos cargo de que lo que afecta a unos, nos afecta a todos.
¿Querrá ir a acampar al Lago Rapel en verano, cuando el calor haga que la hediondez del criadero esté en todos lados y las moscas no le dejen comer el asado?
Yo lo pensaré más de una vez.
Morín Contreras