
La violencia de género dejó de ser una categoría relegada a grupos organizados en función de activismos feministas o círculos académicos dedicados a los fenómenos sociales vinculados a la violencia. Hoy, se ha constituido en un concepto presente en campañas de sensibilización impulsadas en redes sociales, en medios de comunicación la que cobra mayor énfasis producto del aumento exponencial de la violencia debido al confinamiento.
La violencia de género ha sido estudiada como el análisis de las relaciones asimétricas de poder en una sociedad donde los roles de género aprendidos socialmente facilitan, reproducen y profundizan la desigualdad naturalizando la violencia como mecanismo de resolución de problemas. No obstante, hoy traspasó la barrera de lo real al mundo digital, fenómeno conocido como cyberbullying a una cyberviolencia de género donde los contenidos compartidos y viralizados tienen efectos amplificadores de gran impacto. Diversos estudios han evidenciado que las conductas matonescas expresadas a través de las redes sociales se han convertido en un problema que afecta las relaciones interpersonales en el contexto escolar, laboral y social, siendo materia de estudio por el impacto psicológico y sus secuelas socioafectivas que producen estos ataques.
Castells ya nos advertía el 2001 que Internet acarreaba no sólo la democratización del conocimiento, sino una revolución en nuestras prácticas cotidianas. Las acciones individuales dejan de tener impacto en el medio inmediato (conductas en la vida real) para tener un efecto replicador exponencial. Esto nos obliga a generar espacios desde los diferentes escenarios socializadores para discutir, analizar y renovar los compromisos por el respeto hacia los demás y con nosotros mismos. Educar en la empatía, la colaboración y la democracia no debiera ser visto como una asignatura de educación cívica, sino como una forma de enseñar personas íntegras para el siglo XXI. De este modo, el compromiso social nos demanda reflexionar sobre los alcances de la alfabetización digital, la que ya no consiste solo en enseñar a usar un email o un buscador de información, sino que tiene relación con la forma en que elegimos construir una imagen digital o una reputación, sus alcances y consecuencias en la red.
De esta forma, como Universidad reconocemos que existen una serie de acontecimientos coyunturales y en la complejidad de las organizaciones educativas se fortalece y reafirma el rol formador de ciudadanos más allá de las especialidades disciplinares. Nos sentimos convocados a la creación de una sociedad que se transforme no sólo en la realidad material, sino que modifique las construcciones sociales para avanzar hacia una sociedad más justa, más igualitaria y más solidaria.
Esta publicación es parte de una colaboración entre Diario El Rancagüino y la Asociación de Instituciones de Educación Superior de la región de O´Higgins IES SEXTA
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En esta edición la información fue proporcionada por Universidad Aconcagua