Lamentablemente durante la actual administración no recordamos un anuncio que no conlleve algún grado de polémica o poca pulcritud en su comunicación y/o en su materialización. Y así, lamentablemente una vez más, ocurrió con el anuncio del royalty el que las autoridades regionales -por instrucción de Santiago- han debido a salir a difundir, sin considerar las implicaciones locales de la bajada del discurso. Lo anterior, simplemente porque en la simulación realizada por el gobierno sobre las comunas beneficiadas nadie se percató que Rancagua no era incluida en la lista, cuando obviamente la capital regional es una comuna minera.
Es cierto que la ley no establece el listado de las comunas a ser beneficiadas, sino que establece criterios a ser aplicados al momento de elegir. Pero también es cierto que los criterios dependen mucho de quien los aplique.
En este sentido es claro que, si bien la pelea a nivel legislativo se podría haber dado antes a fin de asegurarse de que Rancagua, comuna que si bien no tiene las faenas en su territorio si recibe gran parte de las externalidades de la minería, recibiese alguno de los beneficios; si esto no se realizó o no quedó claro es el gobierno y no el parlamento el que a través de la simulación y la aplicación de estos criterios quien enciende las alarmas.
En ese sentido, se equivoca el ex alcalde Soto: reclamar hoy no es llorar sobre la leche derramada, sino más bien reclamar lo justo para Rancagua. Precisamente ahora es el momento en que la simulación debe transformarse en realidad. El listado aún no es definitivo. Así lo entendieron los ex alcaldes de Rancagua Carlos Arellano y Pedro Hernández que, más que buscar responsabilidades políticas, ofrecen mayores argumentos de por qué Rancagua debe ser considerada una comuna minera.
Ya llegarán los momentos de evaluar qué pasó y ver las responsabilidades que los rancagüinos deberemos cobrar a nuestras autoridades y representantes en el parlamento si es que finalmente la capital regional queda fuera de este beneficio. Ahora es el momento de luchar todos juntos por conseguir algo que en justicia merece Rancagua.
Para seguir ahondando, entonces, en los criterios que aún no nos explicamos porque no fueron considerados por el gobierno al momento de realizar la simulación; la minería en Rancagua ha tenido un impacto significativo en el desarrollo urbano de la ciudad. La infraestructura y los servicios públicos, como carreteras, hospitales y escuelas, han tenido que adaptarse para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento debido a la actividad minera. Esta transformación ha requerido inversiones considerables y ha generado costos adicionales que no se están teniendo en cuenta en la distribución de los fondos del royalty.
Al mismo tiempo, la minería conlleva riesgos ambientales considerables como la contaminación del aire y del agua, la degradación del suelo y la generación de residuos tóxicos. Rancagua ha experimentado directamente estos impactos negativos en su entorno natural y en la calidad de vida de sus habitantes. Es fundamental entonces que la ciudad reciba una compensación adecuada para abordar los desafíos ambientales y promover la sostenibilidad en el largo plazo.
Eso sí, no podemos olvidar que la minería ha sido, es y será una fuente importante de ingresos y empleo en Rancagua. Muchos de los habitantes de la ciudad dependen directa o indirectamente de la industria minera para su sustento, por lo que la exclusión de Rancagua de los fondos del royalty es una negación de la contribución económica que la ciudad ha hecho a través de su participación en la cadena de valor.
Al mismo tiempo, la exclusión de Rancagua de los fondos del royalty plantea interrogantes sobre la representatividad democrática en la toma de decisiones a nivel nacional y como votan y nos representan nuestros parlamentarios y si verdaderamente las autoridades designadas por el poder central, vale decir Delegado Presidencial y Seremis se deben al territorio o solo al gobierno de turno.
Otro argumento que especialmente debiese pesar en el actual gobierno es que señalar que asegurar que Rancagua no es una comuna minera. Es decir, con grandes letras, que el presidente Allende se equivocó al señalar a Rancagua como la capital del Cobre y decidir precisamente en nuestra plaza realizar la histórica ceremonia de nacionalización del mineral.
He escogido hablarle a la Patria desde la Rancagua y su Plaza de los Héroes. Aquí se sienten el ayer y el pasado, el heroísmo de los que lucharon y sacrificaron sus vidas para darnos sentido y contenido de pueblo.
Discurso de Salvador Allende el 11 de junio de 1971 en la Plaza de Los Héroes durante ceremonia de Nacionalización del Cobre.
Eso sí, queremos insistir que los rancagüinos hemos históricamente aceptado y actualmente vivimos lo que significa la Gran Minería del Cobre. Sabemos que son necesarios algunos sacrificios para el desarrollo del país y sabemos, también, lo importante que es El Teniente en nuestra comunidad, no solo como actor económico y generador de empleo, sino además por toda la inversión en obras de bien que la minera ha impulsado en su historia en la zona.
Pero, al mismo tiempo, no es sino un acto de justicia el reclamar que -cuando por fin se habla de redistribuir en algo la riqueza del cobre, a la que tanto hemos contribuido a construir- no se nos niegue ni se nos ningunee, simplemente por unos criterios mal aplicados en una oficina en Santiago donde no saben que la dirección oficial y legal de El Teniente es Millán 320.
Luis Fernando González V
Sub Director